Ordes y su pasado de tradición y brujería

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

ORDES

Henningsen descubre la historia reciente de la comarca en el Museo do Pobo Galego

27 nov 2015 . Actualizado a las 09:28 h.

Gustav Henningsen llegó en octubre de 1965 a Galicia. El folclorista danés venía con un objetivo muy claro: estudiar las creencias sobre brujería. «Originalmente pensaba ir al País Vasco, pero Caro Baroja me aconsejó venir a aquí, porque estaban mucho mejor conservadas las tradiciones», cuenta. Sus investigaciones habían comenzado antes, en Dinamarca, en una isla de marineros donde mantenían vivo el acervo popular. La diferencia es que «allí se podía hablar abiertamente de quién eran las brujas, formaban una especie de dinastía familiar desde el siglo XVIII, pero aquí fue muy difícil identificarlas, porque nadie quería decirlo», explica.

Henningsen encontró aquí a una bruja, que aparece entre las más de cien fotografías de la exposición del Museo do Pobo Galego que repasa el trabajo de campo que realizó en la comarca de Ordes, revela con una amplia sonrisa y sin dar más pistas. El danés llegó a vivir en la villa casi un año, a lo largo del cual se fue ganando con paciencia infinita la confianza de los vecinos de las aldeas más remotas, muy reticentes hace 50 años a abrir las puertas de sus casas a un desconocido -además, extranjero- que hacía muchas preguntas, al que acabaron apodando O home que vive dos contos.

Recuerda que, para ganarse su amistad, sacaba primero fotos a la familia y volvía unos días después a enseñárselas. Entonces aprovechaba para preguntarles «cómo hacían cuando los niños se enfermaban o cuando al ordeñar a las vacas salía sangre». Así, pudo conocer y retratar para la posteridad algunos de los ritos más arraigados y curiosos que se practicaban en el mundo rural de puertas para adentro.

Curanderismo y folclore

Cómo las curanderas (y curanderos, los menos) sanaban la ictericia, la hidropesía o cómo quitaban la sombra, para lo que empleaban un cesto bajo el que metían al afectado mientras le pasaban por encima ovejas y un cordero u otras ceremonias llenas de parafernalia (un banco de madera, nueve bocaditos de queso y otros tantos de pan, un par de hechizos, ceniza, una criba...). En la exposición Galicia Máxica, reportaxe dun munco desaparecido (1965-1968), se muestran imágenes de estos rituales que mezclaban elementos religiosos y paganos, practicados hasta no hace tanto en lugares como Armenteira, y que Henningsen relata paso a paso, meigallos incluidos.

El folclorista y antropólogo histórico, investigador del Danich Folklore Archives, aprovechó también su estancia en la comarca para fotografiar desde los caminos enlamados que atravesaban bueyes y personas de Buscás y sus palleiros o hórreos enramados, hasta la fabricación del pan en los molinos de agua, la matanza, los trabajos del campo o los juegos y bailes populares de hace medio siglo en Mesón do Vento.

«Aquello era como un museo al aire libre: con sus carros, aparejos de labranza... Al tiempo que investigaba la brujería, pensaba que era una pena no hacer un reportaje sobre todo eso, porque seguramente en unos años desaparecería», dice. Esa idea es la que hizo posible que ahora se pueda ver en el museo santiagués aquel Ordes ya desaparecido. El danés se embarcaría tras este trabajo en otro sobre la Santa Inquisición en España de siete años. Henningsen maneja unas 4.000 causas, entre ellas, las del tribunal de Santiago. «No se llegó a quemar una sola bruja en Galicia porque, contra lo que se piensa, los inquisidores no creían en supersticiones», señala. Tras años siguiendo su pista, asegura que «la brujería no existe, es una creencia imaginaria».