Un hormiguero humano de norte a sur

x.r. SANTIAGO / LA VOZ

ORDES

C. VILLAVERDE

Miles de turistas y compostelanos convivieron en los diferentes frentes festivos del 25 de Xullo

26 jul 2017 . Actualizado a las 10:00 h.

Santiago ayer latió en Amio y en la ciudad. Arriba, miles de almas se arremolinaron en torno a la feria de caballos. Uno de los grandes alicientes festivos es admirar equinos de raza o de majestuosa estampa. Y ponis, como los que vigilaban los niños Rubén y Martín. «Venimos de Sigüeiro. Siempre que hay feria acudimos», dicen, mientras ojean en sus móviles imágenes de... caballos.

Al fondo, en el multiforme Amio de ayer, era incesante el bullicio humano en torno a las tiendas de la otra ala del recinto. ¿Se vende? «Nada», dice un guarnicionero. ¿Y el pan? «A este ritmo me lo voy a llevar todo de vuelta a Ordes», dice Mariana en su puesto de panes variados. Cruzando los puestos externos de vendedores ambulantes, entre rancheras, uno llega a las pulperías, abarrotadas a las 11.00.

Los acentos hogareños de Amio se diversifican en la Praza do Obradoiro, en donde los turistas curiosean el ceremonial de la Ofrenda. «Ese es el presidente», dice un valenciano que sabe más que sus colegas. Al lado alguien comenta: «Mira el vejete». Se refería a Romay Beccaría, encorvado en la comitiva.

Mientras la Ofrenda avanzaba en la basílica, fuera el mundo era turismo, peregrinos, admiración arquitectónica de 180 grados y juerga a cargo de un grupo de La Bañeza. Un ciclista, Raúl, charla con Silvia e Inés. «Vengo de Irún, en ocho etapas, y está aquí mi familia para recogerme». En la entrada a la plaza, cinco policías nacionales se afanan revisando bolsos femeninos que les presentan manos nerviosas.

La Rúa do Vilar alberga una cola inmensa que se detiene en la puerta de la Catedral. Esta calle y el Franco son hormigueros humanos desperdigados por el pavimento, bares y terrazas. Las mesas de A Porta Faxeira están a tope, como butacas orientadas a las manifestaciones. Enfrente, la gente del BNG se prepara, en improvisadas tertulias, para recorrer las rúas. El grupo musical de Tomiño Treboada Baixo Miño afina sus instrumentos». «Imos ir diante abrindo», dice Lucía.

Cerca, los estradenses Pablo, Daniel y Miguel llevan años acudiendo a la cita nacionalista del 25-X. Pablo luce una camiseta de fútbol gaélico. «A selección galega é subcampeona do mundo», dice orgulloso. Él juega en el Club Irmandinhos de A Estrada, en donde hay cuatro equipos.

Al subir al coto de Santa Susana, el redactor queda boquiabierto. El puesto del vino de Aragón está ocupado por un tenderete de almendras. ¿Y el aragonés? «Este ano non veu», dice la vendedora del nuevo puesto. Uno llega a añorar a alguien que llevaba toda la vida acudiendo. Arriba, una de las barracas de pulpo está vacía y la otra tiene tres comensales. «Non somos os mesmos que viñan sempre», dice un pulpero.

Siguiendo las rutas del 25-X, uno aterriza en la plaza de Mazarelos, con varios tenderetes de libros y artículos bibliográficos. «La afluencia está siendo buena», dice Francisco Hermo, que está al frente de un puesto de la asociación de enfermos mentales Fonte da Virxe.