Medicina quiere parar de dar tumbos en el entorno del Hospital

xosé manuel cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

04 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Juntos, pero no revueltos, iniciaron los grupos municipales los contactos para el consenso de las infraestructuras. Continuarán juntos y en andador algunas sesiones más a fin de lograr un resultado exitoso que, en ningún caso, debe traducirse en ir victoria tras victoria para la galería y alcanzar una dolorosa derrota final para la ciudad. La enjundia de los asuntos que aspiran a ir en la carpeta interpartidaria tendría que incitar a vencer las resistencias que afloren en los partícipes.

Las reuniones emanan de un acuerdo plenario adoptado hace poco y sostenido con palillos. Este tipo de decisiones suelen caer en las simas del olvido sin que los gobernantes de turno muevan un dedo por rescatarlas. Martiño Noriega sí ha rescatado el pacto propuesto por Hernández mostrando que los acuerdos son para cumplirlos.

El consenso pretende atrapar las grandes cuestiones del Concello, que en el seno de ese pacto serían tan intocables a la hora de los debates partidarios como el Tribunal Constitucional. El de antes, no el TC que está reformando el Gobierno con sesudos informes, entre ellos presumiblemente el de Martínez Pujalte.

Estación intermodal, depuradora, el gran viario y la Facultade de Medicina pasarían a la carpeta de intocables, aunque habrá despistados que lo interpreten en la terminología hindú. Representa un reto de órdago llegar a la antesala de unos comicios y no agitar esos proyectos consensuados, algo que a lo mejor más de uno coincidirá en que le resta salsa a la política. Ya hay quien opina que la sosera se ha adueñado de la vida política compostelana desde la marcha de Gerardo Conde Roa y de su fábrica de titulares informativos.

Solución idónea

Uno de los proyectos cadentes en donde el consenso clama como el pueblo mosaico es la Facultade de Medicina. Descartada la canosa solución de San Ignacio de Loyola, antes de que se le viesen los huesos a las destartaladas viviendas, la medicina universitaria busca cobijo a la sombra del Hospital. La sentencia de que veinte ojos ven más que dos podría aportar la solución consensuada de las Administraciones. Pero los veinte ojos tienen que ver con suma claridad y agilidad, porque en la mesa no estará Aladino. Y al no estar, a los organismos les lleva años acordar la opción ideal.

El punto de partida, ahora mismo, es el área del Gil Casares. Es la ubicación que ha ido a parar al tapete de Xunta y Concello. Tras la propuesta de la Universidade compostelana, le toca romperse la cabeza a la Consellería de Sanidade. Sin rompérsela del todo, como en Vigo. Su análisis se centra en dos puntos: el propio Gil Casares y el Hospital de Conxo.

Más que la bondad del emplazamiento, uno presume que son los números los que zarandean las neuronas de las autoridades autonómicas, que han de conciliar sus propias opciones para plantear una en la mesa interadministrativa. ¿Cuántas sesiones harán falta? Las que sean necesarias, pero ya es hora de establecer un plazo concreto y de no dejar escapar otra década baldía (¿si el inmueble de Galeras no se vende aguardaremos veinte años más?) sin rascarse ni el bolsillo ni la mollera para implantar el campus de la salud. Si la idea implica que el decrépito Gil Casares se esfume y sus servicios se asienten en otros puntos de la comunidad sanitaria, pues bien hecho. El edificio no tiene los galones de la Casa da Xuventude para pedir ningún indulto.

Y si es conveniente otra alternativa que haga honor a un campus de las ciencias de la salud decente, bienvenida. A poder ser, sería bueno huir del low cost en materia sanitaria. Vueling y Ryanair tienen mejor campo en Lavacolla. Quienes dejan transcurrir una década en un proyecto tan serio y perentorio como Medicina no son tal olvidadizos para dejarse también sus sueldos en la consigna de algún ente social.

Nadie duda de que Xunta, Universidade y Concello son buenos chicos y pueden aspirar a ser formales si se lo proponen. En lo que concierne a Raxoi, el proyecto intermodal de la salud puede ser el primero atado en el pacto de las infraestructuras si las otras Administraciones lo hacen, si no no hay vencejo ni ligadura municipal que valga.