Los balances de asistencia y recaudación de las escasas salas de cine que resisten en las ciudades apuntan que hay un renacimiento de la exhibición cinematográfica en Galicia. Aun así, la posible reapertura de dos de los multisala tradicionales de la capital gallega, los Compostela de la calle Ramón Piñeiro y los de Área Central de Fontiñas, tiene maneras de ilusionante intento, incluso si buscan hacerse un hueco con un formato alternativo al de los grandes estrenos comerciales que parecen coto reservado a las modernas salas de As Cancelas. En todo caso, es una buena noticia que constata que algo se mueve, aunque este movimiento pueda tener más relación con el optimismo de una tibia salida de la crisis que tanto alteró los hábitos de ocio en un país que ya no respondía con alegría desde hacía tiempo a la magia de la luz y el celuloide. Santiago siempre tuvo una clientela fiel en sus salas oscuras, y como muestra de que la respuesta es masiva si las propuestas son atinadas, ahí está el festival Cineuropa, que no ha hecho más que crecer año tras año. Sin embargo, por el camino se han ido quedando cines que ya forman parte para siempre de la historia de Compostela, como son los clásicos Metropol, Avenida, Salón Teatro, Capitol, Yago o, más recientemente, los multicines Valle-Inclán y los citados Compostela y Área Central. La reducción de la clientela universitaria y la obsolescencia tecnológica han marcado el declive de estas salas, y aunque la primera no dé signos de recuperación, hechos positivos, aunque limitados, como la apertura de la sala Numax, hacen albergar esperanzas de que la capital pueda recuperar esa parte de su magia.