La Universidad de Coímbra es una de las más antiguas de Europa. Creada en el año 1290, es hoy Patrimonio de la Humanidad, y entre los edificios que albergan tantos siglos de saberes está la Biblioteca Joanina, una joya arquitectónica de estilo rococó que, además de conservar valiosos libros resguardados por un ejército de murciélagos que por la noche libran de insectos el templo de la sabiduría, luce en sus techos unos espectaculares frescos que recuerdan a la Capilla Sixtina.
La Universidad de Aveiro es reciente, del año 1973, pero ofrece ya 58 titulaciones a las que el año que viene se sumará Medicina. Se especializó, sobre todo, en las enseñanzas aeronáuticas, y en ellas trabaja codo a codo con la NASA.
La Universidade de Santiago de Compostela fue fundada solo tres años después del descubrimiento de América, y su biblioteca, en la que reposan más de un millón de ejemplares, es la quinta más grande de España. De los logros de sus profesores y alumnos, que trabajan con ahínco a las duras y a las maduras, queda constancia a diario en las páginas de este periódico. El caso más reciente, el de la investigadora María José Alonso, elegida para formar parte de la Academia Nacional de Medicina de los Estados Unidos.
Soy consciente de que usted, lector, estos datos ya los conoce. Pero sepa que hay mucha gente, demasiada gente, que ni los sabe ni les importa, y que de todo lo que estos días sale en la prensa, lo único que les preocupa es un jugador que pudo haberse cortado la manga de la camiseta y un triángulo amoroso entre jóvenes encerrados en una casa. Asuntos ambos que pasarán a la historia, claro.