«El radón es un elemento de riesgo en Santiago, pero puede ser eliminado»

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

XOÁN A. SOLER

El Laboratorio de Análisis de Radiaciones de la USC investiga materiales que aíslan el gas

23 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Los gallegos llevamos siglos conviviendo con el gas radón y no fuimos conscientes de su peligro hasta que el Departamento de Física de Partículas de la Universidade de Santiago lo advirtió por activa y por pasiva. Y eso que la Organización Mundial de la Salud lo catalogó dentro de los elementos con componentes cancerígenos, lo que obligó posteriormente a la Unión Europea a legislar al respecto y a fijar los límites de radiaciones permitidas en los edificios. Además, por sus suelos graníticos y envejecidos, con muchas grietas por las que se cuelan las emanaciones procedentes del uranio -presente en la corteza terrestre y del que se desprende el gas- la zona de Santiago figura entre las más afectadas.

Eso no quiere decir que toda la población esté expuesta a un cáncer de pulmón, y en eso insiste mucho el equipo del Laboratorio de Análisis de Radiaciones del que es responsable la doctora Dolores Cortina. Desde la apertura del centro en el año 2000, el grupo lleva a cabo una importante labor de información para advertir sobre los riesgos de este gas, pero sin alarmismos. «El impacto en Santiago es muy grande, pero el problema solo se da cuando se acumula dentro de un edificio y puede alcanzar valores nocivos. Antes, las casas no estaban bien aisladas y el gas, lo mismo que entraba, salía; ahora hay sistemas de aislamiento que pueden impedir la ventilación y que se acumule», advierte la doctora en Física de la USC. Aquellos lugares que pueden tener altas concentraciones y en los que las personas pasan muchas horas, como el dormitorio, el centro de trabajo, la escuela o una residencia de ancianos, son los que requieren una vigilancia mayor, y en ese aspecto es fundamental el trabajo del laboratorio, con un material preciso para detectar y medir las emanaciones de gas procedentes del subsuelo.

Cuando empezó el siglo XXI y ni siquiera asomaba la crisis, la USC disponía de medios y ayudas para adquirir material, y como ya se extendía entre sus responsables la filosofía de la transferencia del conocimiento, en Física Nuclear decidieron crear un laboratorio de radiaciones. «Decidimos poner en marcha uno de radiaciones naturales, porque para las artificiales, la nuclear y de otros tipos, ya había en Galicia», recuerda la doctora Cortina.

En el aire y en el agua

Con la infraestructura adecuada comenzaron las mediciones, que se centran, básicamente, en identificar la presencia del gas radón en el aire y en el agua. «El uranio está en la tierra, aquí y en todas partes, y no supone peligro alguno; pero si hay fugas, como grietas en el suelo, sale el gas de la corteza terrestre, y en cantidades altas o exposiciones elevadas en el tiempo sí es peligroso. En el caso de las aguas de origen profundo, como fuentes o manantiales, son sólidos que se diluyen».

Empezaron a trabajar y no tardaron en comprobar que en la zona de Santiago, la presencia del radón era importante. «Es un elemento de riesgo, pero puede ser eliminado». Y en esa labor centraron posteriormente su trabajo, porque si la primera parte fue identificar y medir el gas en distintos puntos -lo hicieron en colegios e institutos, y en algunos encontraron también altas cantidades-, la segunda se centró en informar a la población y a las autoridades de la conveniencia de modificar aspectos constructivos de los edificios para evitar la presencia del gas. «Diseñamos también protocolos con medidas para profesionales que den soluciones, y una guía con acciones y técnicas para localizar por dónde entra el radón y cómo se distribuye por los conductos de extracción del aire, por las tuberías...».

Ahora están en la tercera fase, en colaboración con empresas y administraciones, con dos programas abiertos: «Por una parte identificamos materiales de construcción que aíslan el radón y por otra, en edificios grandes, desarrollamos un sistema inteligente que controla la cantidad de gas que hay en un edificio con sensores de radón, que son parecidos a los detectores de humo».

No es un riesgo de primer orden para la población, pero el equipo asegura que con una inversión no excesiva en el aislamiento de los edificios, sean nuevos o antiguos, se evita la presencia de un gas poco recomendable como inquilino.