Larga y decrépita espera del Campus Vida

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

La Universidade y el Concello quieren un acuerdo «realista» para sustituir el firmado en el 2005, hoy desactualizado

22 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los viales, aceras y zonas verdes del Campus Vida se deterioran día a día mientras las autoridades locales y las universitarias siguen dándole vueltas a la renovación de un convenio de colaboración que venga a sustituir al firmado en el 2005 y que permita afrontar unas obras que devuelvan la dignidad al espacio universitario. Ambas partes coinciden en que el nuevo convenio tiene que ser «realista», para que el Concello «poida cumprir os compromisos que asuma no documento, e non como ata agora», explicó María Rozas, concejala de Facenda.

Por ahora, las negociaciones están prácticamente en dique seco. El Concello está a la espera de «algúns estudos económicos» para entrar en una «fase máis intensa» de las conservaciones. Fuentes de la Universidade de Santiago también reconocen que es necesario sentar las bases de un convenio «realista», que evite la situación actual, es decir, la de un convenio que anunció inversiones de un millón de euros al año pero poco o nada se hizo a lo largo de más de una década de vigencia.

Lo único que hay seguro a día de hoy es que el Concello de Santiago reservó una partida de 50.000 euros en su presupuesto para el 2017, que se destinará a la realización de los proyectos, y que además tiene previsto invertir un millón de euros del plan europeo Edusi, que se desarrollará entre el 2017 y 2022. Asimismo, la USC también tiene una reserva de 15.000 euros que se destinarán a la reparación urgente de aceras. De la negociación entre ambas partes deberá salir la cuantía concreta de las inversiones, y lo que se considera más importante son las acciones concretas que se incluirán en el acuerdo.

Xosé Pereira, vicerrector de Comunicación, explicó que el nuevo convenio tiene que corregir una de las principales razones por las que fracasó el anterior; es decir, aunque se fijó una cantidad no se establecían objetivos claros ni acciones concretas. Así, una vez que las negociaciones entren en la «fase intensa», será necesario establecer «acciones concretas» para evitar que el pacto vuelva a ser papel mojado. Ni Xosé Pereira ni María Rozas quieren hablar por ahora de cantidades económicas ni de obras concretas, ya que ambas cuestiones forman parte de las conversaciones pendientes. «Por agora hai propostas de máximos, así que non son orientativas», comentó Rozas.

En la negociación surgirán una serie de cuestiones que ya motivaron el anterior convenio de colaboración. En el 2005, el acuerdo de la USC y el Concello vino a dar respuesta a una sentencia que obligaba a la Universidade a pagar el IBI de sus inmuebles al Ayuntamiento. El convenio permitió que la institución universitaria saldara a plazos su deuda, lo que terminó de hacer en el 2015., momento en el que se planteó la necesidad de revisar el acuerdo, que sigue vigente. A cambio del pago aplazado del IBI, la USC autorizó el cobro de la ORA en las calles del ámbito universitario y la Administración municipal se comprometía a una inversión anual de un millón de euros, sin especificar su destino concreto.

Ahora, la pretensión de la USC sigue siendo la de mantener el permiso para el cobro de la ORA, pero también lograr compromisos concretos para mejorar el aspecto general del Campus Vida, que se cae a pedazos.