El peatón sigue ganando terreno

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

La obra, que duró 16 meses, está pendiente de los últimos detalles del mobiliario urbano

16 abr 2017 . Actualizado a las 21:07 h.

La remodelación de Montero Ríos no parece haber dejado indiferente a nadie, pero el comentario más generalizado de quienes pasean, viven o comercian en la rúa es de agrado por el resultado final de una obras que, en opinión también de la mayoría, duraron «demasiado tiempo». Dejando a un lado las razones técnicas de la demora y los detalles que aún pendientes, Montero Ríos ofrece un aspecto moderno, más luminoso y, sobre todo, más accesible al ganar amplitud las aceras. Claro que eso arrastra la pérdida de aparcamiento en superficie, una pauta en las remodelaciones realizadas en el Ensanche en las últimas decadas. Precisamente, esa es una de las críticas de los comerciantes, ante el temor de que afecte a las ventas.

Pero Jorge Duarte defiende que la reforma se enmarca en la filosofía de recuperar la calle para los peatones. El edil, que hace días visitó la zona, aclaró también una de las dudas de los comerciantes sobre los espacios de carga y descarga: Los coches no podrán aparcar fuera de las horas fijadas para esa función, pero se permitirán paradas rápidas siguiendo el modelo de Basquiños.

Uno de los cambios que suscitan elogios entre los usuarios del vial es que la calzada y la acera estén prácticamente al mismo nivel, lo que supone un alivio para las personas con movilidad reducida. Sin embargo, este hecho puede ser un problema si no se controla adecuadamente el aparcamiento sobre la acera, ya que es posible que acaben produciéndose roturas de las baldosas.

Preferencia peatonal

Pero, sin duda, lo que más comentarios provoca, ya sean favorables o desfavorables, es la plaza de confluencia con Xeneral Pardiñas. Ese espacio es ahora de «preferencia peatonal», como se indica a los viandantes en el suelo y como se advierte a los conductores con las señales verticales y horizontales. Ahí la velocidad se limita a 20 kilómetros por hora. A 30 en el resto de la calle.

Los peatones tienen preferencia, y basta observar su comportamiento un rato para comprobar que ya se han hecho dueños del territorio. Con todo el derecho, cruzan de un lado a otro por el centro de la plaza, con excesiva calma desde el punto de vista del conductor, que sufre el mismo estrés que en San Francisco. Pero en el giro de los autobuses de mayor longitud se producen algunos problemas. Si bien las ruedas no pisan la acera, la parte delantera de la cabina sí vuela sobre ella, como en la curva de San Roque. Lo que ha cambiado de ubicación es la parada de taxis. Ahora, a la derecha del sentido de la marcha, favorece la entrada y salida de los clientes.

La remodelación mudará algunos usos y hay quien dice que hay que darse tiempo. Y el tiempo dirá si tienen razón quienes hablan de acierto o quienes consideran que es un despropósito.

«El cruce parece un poco peligroso»

Sandra Rey regenta junto a su hermana un comercio de golosinas en la calle. «No cabe duda de que está mucho mejor que antes. Lo malo fue el tiempo, que redujo las ventas a la mitad. Esperamos que se vaya recuperando. El cruce parece un poco peligroso, pero hay que darle tiempo».

«Lo único malo, el aparcamiento»

Rocío Peiteado, de la panadería de la calle, dice que «aún es pronto para ver cómo funciona. Estamos de estreno. La calle quedó muy bien, amplia y con luz. Quizás lo malo es que se reduce el aparcamiento. Aún no tengo claro si se podrá parar en las zonas de carga y descarga».

«Es muy cómoda para caminar»

Josefa Alcalde, que tiene dificultades de movilidad, solo lamentó «que fueran tan largas las obras, pero valió la pena. Quedó la calle muy bien, bonita y cómoda para caminar. Casi no hay bordillo en la acera, que viene muy bien», comenta esta residente de la céntrica calle.

«Más elegante: antes era una cochiquera»

Al taxista Manuel Enjo le gusta el resultado final de las obras. «Es una calle más elegante; antes era una cochiquera. En comodidad para los clientes, a la parada nueva le daría un 10, pero se pierden dos puestos». Y en relación a la plaza central, «hay que acostumbrarse. En Santiago no hay nada igual, en Vigo y en Madrid hay muchas. Me gusta».