Batalla campal en pleno casco histórico de Santiago por el tapiado de una casa okupa

La Voz

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

El gobierno local compostelano lamenta la «violencia» en la manifestación contra el desalojo y los «inadmisibles danos ao mobiliario urbano, locais comerciais e patrimonio da cidade»

20 jun 2017 . Actualizado a las 14:51 h.

Santiago se convirtió este martes en el escenario de una batalla campal, tras una movilización convocada para protestar contra la expulsión de los okupas que, desde abril del 2014, se apoderaron de la casa blasonada situada en el número 11 de la calle Algalia de Arriba. La concentración concluyó con un detenido, que hoy ha quedado en libertad con cargos tras pasar la noche en dependencias policiales, y con varias cargas policiales que incluyeron gases lacrimógenos y disparos de pelotas de goma. Según el SUP, seis policías resultaron heridos.

Varias fuentes presenciales coincidieron a la hora de definir lo ocurrido como «una batalla campal» entre las fuerzas del orden y varios grupos, encapuchados incluidos, que se colaron entre el medio centenar de personas que se dio cita para criticar el cierre del inmueble.

El gobierno local compostelano reprobó «los actos violentos» registrados en la manifestación contra el desalojo del local, que «causaron desperfectos» en varios puntos de la zona vieja.

De ello ha dado cuenta el equipo que lidera Martiño Noriega a través de un comunicado, en el que ha manifestado «o seu profundo rexeitamento ante todo tipo de violencias así como os inadmisibles danos ao mobiliario urbano, locais comerciais e patrimonio da cidade». Compostela Aberta considera «intolerable que unha manifestación en apoio da defensa de espazos sociais e culturais sexa aproveitada para iniciar unha batalla campal». 

Tapiado a primera hora de la mañana

Con una fuerte vigilancia policial, a primera hora de la mañana se iniciaron los trabajos para tapiar la casa okupada de la rúa Algalia de Arriba, en el casco monumental de Santiago, que venía funcionando como centro sociocultural alternativo. Dotaciones del Cuerpo Nacional de Policía cortaron el tramo de la Algalia entre la praza de Cervantes y San Miguel dos Agros para que una empresa de obras llevase a cabo el tapiado de las puertas y ventanas, ante la expectación de vecinos y turistas.

Sandra Alonso

Mientras tanto, medio centenar de jóvenes se concentraron a pocos metros, en la rúa das Casas Reais, en protesta por el desalojo y tapiado del edificio, y portaban una pancarta en la que se podía leer «Defende os centros sociais, defende o Escarnio e Maldizer». 

Compostela Aberta rechaza el desalojo

Poco después de que arrancasen los trabajos para tapiar el local okupado en la Algalia, Compostela Aberta emitió un comunicado en el que rechaza el desalojo «por entender que non é o xeito adecuado de proceder por parte das institucións públicas». La formación liderada por Martiño Noriega defiende que el centro «non presenta ningún problema nin de convivencia nin de seguridade». Insiste, además, en su reconocimiento de las «manifestacións culturais de iniciativa popular, como é o caso dos centros sociais ocupados, que optan por funcionar à marxe das institucións». 

Sede histórica del grupo Cantigas e Agarimos

El edificio tapiado, el inmueble blasonado del número 11 de la Algalia de Arriba, fue la sede histórica del grupo Cantigas e Agarimos. Desde el año 1957 muchas de las grandes actuaciones musicales y coreografías de la agrupación folclórica se fraguaron en este local de más de 130 metros cuadrados.

Tras un cambio de titularidad de la sala, el nuevo dueño avisó en el 2009 a los directivos de Cantigas que se debían trasladar a una sede alternativa, al finiquitar el contrato de renta antigua. Tras un par de prórrogas, la formación abandonó su céntrico enclave en el 2011 y se exilió en O Castiñeiriño, en el antiguo colegio Ramón Cabanillas.

Tres años más tarde, en abril del 2014, el local de la Algalia volvió a ocuparse pero no por sus antiguos inquilinos. Un grupo de personas hicieron suya la sede para convertirla un centro de cultura popular. 

«Un grupo de persoas decidimos reabrir este espazo para enchérmolo de vida e cultura, porque cremos que a cultura non debe permanecer fechada», justificaron de esta manera los ocupantes su acción.