Dos honoris causa en guardia por la deriva de la ciencia hacia el ámbito de las tecnologías

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

XOAN A. SOLER

Las catedráticos advierten de que la sociedad manipulada que describe Aldous Huxley en su obra «Un mundo feliz» puede ser una realidad

07 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Campus da Cidadanía de la Universidade de Santiago, un ambicioso proyecto a punto de presentar su Plan Estratéxico, aprovechó la presencia en Santiago de los eminentes catedráticos Ulises Moulines y Tomás Vives para organizar una conferencia en la Facultade de Dereito en la que se habló de ciudadanía, de ciencia y de los retos de la humanidad ante los avances científicos. En un acto presidido por el rector Juan Viaño y que contó con la presencia como anfitrión del decano de Dereito, Gumersindo Guinarte, y del impulsor del nuevo campus, el profesor José Antonio Caride, el eminente especialista en Filosofía da Ciencia, Ulises Moulines, pronunció la conferencia La libertad y los saberes científicos en el horizonte de la ciudadanía, mientras que el prestigioso jurista Vives Antón habló de Libertad y ciudadanía.

Carlos Ulises partió de la base de que predecir el futuro es imposible, y apeló a sonoros fracasos en ese sentido, pero admitió que Huxley, con su obra Un mundo feliz, se había acercado mucho a los peligros que acechan a la sociedad actual. «Es una obra maestra, si no de la literatura, sí al menos de la futurología». Cree el filósofo que el gran error de los tiempos presentes es confundir desarrollo tecnológico con ciencia. De seguir así, «la ciencia se convertirá en ciencia aplicada, o lo que es lo mismo, en tecnología, y se dejará en segundo lugar la ciencia como conocimiento».

El filósofo se niega a admitir esa ecuación por la que ciencia es igual a tecnología, y puso ejemplos en los que el saber científico no supuso ningún avance tecnológico, como la lógica, la matemática, la lingüística, la teoría de la relatividad o la teoría de la evolución. En cambio, hoy en día se priman aspectos como la energía nuclear, la robótica o la genética, avances que han despertado el temor en la humanidad. «Ya no se cree que la ciencia va a aportar cosas buenas para el hombre». Y Moulines cree que ese sentir es lógico: «No es histeria colectiva, es preocupación justificada». Y todo ello por pretender «que la función de la investigación científica es la misma que el desarrollo tecnológico». Todo ello para concluir, sin disimulo, que se están dando pasos importantes «para que se haga realidad la teoría de Un mundo feliz» en la que el bienestar se consigue a costa de una sociedad manipulada y condicionada por las drogas.

En un sentido similar se pronunció su colega, que recordó que históricamente los conceptos de libertad y ciudadanía siempre fueron juntos, pero que a partir de la Primera Guerra Mundial se puso en entredicho el concepto de liberalismo y de libertad como algo bueno. «La fe en la ciencia se perdió y se sustituyó por ideologías míticas de resultado catastrófico». A entender del prestigioso jurista, la sociedad está hoy en una tesitura similar, y sin embargo él asegura que «no hay felicidad sin libertad», una cuestión que entiende que no se está afrontando hoy en día con seriedad. Tomás Vives apuesta por el camino abierto por Kant en favor del individuo, «pero nosotros estamos haciendo lo contrario».

Tanto Ulises Moulines como Tomás Vives apoyaron sin fisuras la creación del Campus da Cidadanía en una universidad como la de Santiago, con la que mantienen una estrecha relación, de ahí que se haya acordado el nombramiento de los dos catedráticos eméritos como doctores honoris causa de la USC.

Esa apuesta por el concepto multidisciplinar que justifica la creación de un campus que defiende el saber científico como un todo, en el sentido humanista del término, justificó la conversación científica desarrollada en la Facultade de Dereito, la primera de otras muchas actividades que proyectan los promotores del campus.

El futuro de la Filosofía

Curiosamente, las ponencias en las que se apostó por la filosofía como una de las esencias del ciudadano en peligro, coinciden con el inicio, en las propias aulas de la USC, de unos exámenes de selectividad que prescinden por primera vez de la Filosofía como disciplina fundamental.