Javier Casal y José Rodríguez: «Tuve mi primer ordenador a los 9 años y todo lo aprendí probando soluciones»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Sandra Alonso

Abren un negocio de informática con ahorros obtenidos al compaginar trabajo y estudios

21 jun 2017 . Actualizado a las 12:30 h.

«No soy un buen estudiante, solo soy muy buen trabajador». Así se define Javier Casal Pérez, un joven compostelano de 25 años que sorprende por su madurez empresarial y que acaba de poner en marcha un negocio de informática junto a un amigo, José Rodríguez Buela, de 27 años. Javier y José destinaron todos sus ahorros «a montar un local low cost. Todo es bajo mínimos, menos la ilusión, que es de máximos. Lo hacemos todo nosotros. Solo tenemos una empresa por Internet para revisar facturas, pero cuando acabe Economía ya lo haré yo todo», relata Javier. Recuerda que tuvo su primer ordenador «con 9 años, porque me empeñé. Mis padres no sabían ni encenderlo, pero a mí me gustó siempre. Me gusta todo lo de informática y redes». Para su aprendizaje empleó la técnica de «probar soluciones, puede decirse que soy autodidacta. A base de cometer errores encontré las soluciones».

Cuando en segundo de bachillerato le quedaron dos asignaturas, optó por matricularse por libre de ellas y «al mismo tiempo me inscribí en un ciclo de Sistemas Informáticos. No estaba dispuesto a tener un año en blanco. Fue mi primer contacto con la informática reglada».

La mala situación económica de su familia, con «mi padre en el paro de larga duración y mi madre con trabajos en precario con los que no llega ni a mil euros, hizo que me planteara buscar salidas. Quiero dejar de ser una carga para mis padres, que puedan centrarse en mi hermana, porque ella sí que es una estudiante brillante».

Su pasión por todo lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías le llevó a estudiar Ingeniería Informática, pero «la facultad me desilusionó. No me gustó la dinámica del trabajo de los profesores. No me veía con 30 años, sentado ante una pantalla dedicado exclusivamente a la programación. Soy una persona inquieta». Ante esta decisión, lejos de rendirse, Javier optó por cambiarse a Ciencias Económicas, que casi ha terminado, y que cursó al mismo tiempo que trabajaba. «La informática empezó como una afición, y ahora es mi trabajo, quién me lo iba a decir. La economía me gusta, y me ayuda a sacar adelante mi idea».

Con la meta de crear su propio negocio, Javier dedicó sus veranos e inviernos a trabajar de camarero y compaginar sus estudios con empleos esporádicos. «Somos de una generación que creció en la abundancia. Había dinero para todo. Con 15 años creíamos que siempre sería así, pero luego todo cayó. Hay que ser valiente». Con las ideas claras, dedicó todos sus ahorros a poner en marcha un negocio, «que por ahora no da pérdidas. La atención y exclusividad es nuestra carta de presentación. No tenemos stock, porque en informática lo que hoy es novedad, mañana es viejo. Es mejor hablar con la persona para saber exactamente que quiere del ordenador, del programa. El ordenador debe adaptarse a la persona, y no al revés». Javier cree que, en la mayoría de los casos, cuando compra un ordenador «la gente se deja llevar por las modas, y no entiende nada. Es como cuando llevamos el coche el taller, no entiendes nada de lo que te dice el mecánico y le crees sin más. Yo quiero que entiendan lo que les digo, quiero que salgan con el ordenador que realmente necesitan, con el programa que realmente van a usar». Antes de poner en marcha el negocio físicamente, Javier impartió clases de informática a niños en un colegio y montó sistemas informáticos de comercios y empresas.

La iniciativa estaba en su cabeza y se impulsó cuando «me reencontré con José, no lo veía desde que estudié informática y nos lanzamos». Javier apunta que las ayudas a «jóvenes son casi inexistentes, y hay que adelantar el dinero. Una ventaja es la tarifa plana de autónomos, que nos permite pagar 100 euros por los dos. En el negocio metimos todo lo que teníamos. Saldrá adelante, y si no sale, seguiré intentándolo por mí y mis padres», afirma.

Javier Casal Pérez y José Rodríguez Buela. Jóvenes de Santiago y Teo, de 25 y 27 años, respectivamente.

Nuevo negocio. Javier y José pusieron en marcha Informática Rede, sito en la calle Anxel Baltar, en el barrio de A Choupana.