La cocaína se expande hacia Europa del este y la metanfetamina llega a nuevos países

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

Imagen de archivo de la depuradora de aguas residuales de Silvouta, en Santiago de Compostela
Imagen de archivo de la depuradora de aguas residuales de Silvouta, en Santiago de Compostela ÁLVARO BALLESTEROS

La ciudad de Santiago, la única gallega presente en el estudio europeo de aguas residuales, muestra una tendencia al estancamiento de algunos consumos

22 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El estudio del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, que se acaba de presentar en Lisboa y que es el más completo realizado en el continente a partir de las aguas residuales, indica un crecimiento del consumo de cocaína en los países del este y la expansión de la metanfetamina, hasta ahora muy localizada en Chequia y Eslovaquia, al resto de países.

Las muestras proceden de 88 ciudades. En el caso español Barcelona, Lérida, Tarragona, Castellón, Granada y Santiago de Compostela. El consumo de cocaína, que continúa al alza en términos generales, sigue siendo mayor en las regiones occidentales y meridionales, con Bélgica, Países Bajos y España a la cabeza. Por contra, los niveles de anfetaminas más elevados se registraron en el norte y el este de Europa. Suecia, Bélgica, Alemania, Países Bajos y Finlandia son los países más afectados. Y por lo que respecta al MDMA, otra droga de la misma familia, el reparto es más heterogéneo con las ciudades de Bélgica, Francia, Alemania, Países Bajos y España en los niveles más altos. En el caso del cannabis, únicamente la República Checa presenta consumos más elevados que España, Países Bajos y Eslovenia.

En términos generales, preocupa especialmente la penetración creciente de la cocaína y resulta significativo, aunque menos, el descenso en la detección de MDMA.

La Universidad de Santiago de Compostela lleva más de un decenio colaborando en este proyecto y en otros como la red ESAR-Net, que coordina. El profesor de Química Analítica José Benito Quintana Álvarez explica cómo se lleva a cabo este trabajo que es «case voluntario» y agrega que están convencidos de que podría multiplicar sus aplicaciones si se apostase más por él.

Toman las muestras antes de la depuradora porque los metabolitos que delatan la presencia de algunas drogas se degradan en el proceso de tratamiento del agua. Además, lo hacen con un dispositivo automático para obtener unos resultados «que sexan representativos de todo o día» y no de un momento puntual. Luego, en el laboratorio, mediante técnicas de cromatografía, analizan las muestras y cruzan los datos de la población a la que da servicio esa depuradora para realizar las estimaciones. También analizan muestras de otras ciudades a modo de contraste, algo habitual en estos trabajos.

Evidentemente, como apunta el profesor, el sistema tiene limitaciones, sobre todo porque no todas las ciudades quieren participar. «No caso das localidades pequenas mesmo podería supoñer un problema de estigmatización», especifica. Además, en muchos casos las muestras son parciales. En Barcelona, por ejemplo, provienen de solo dos depuradoras con lo que solo resultan representativas de una parte de la ciudad. Y lo que se ofrecen son datos químicos, que precisarían de una análisis sociodemográfico aparejado para uno resultados más completos.

En cualquier caso, dado que en Santiago llevan años participando, pueden comparar los datos con los suyos propios, y como relata Quintana, el consumo de cannabis «sempre está alto». Sin embargo, el de cocaína, después de una significativa tendencia al aumento desde el año 2017, «leva tres anos estancado», con lo que habrá que ver si esa evolución se consolida. Otras sustancias como las metanfetaminas, habitualmente muy localizada en Barcelona, o las anfetaminas, que siempre arrojan valores más altos en el País Vasco, tienen mucha menos representación. La ketamina, que en Santiago van a empezar a medirla ahora, está apareciendo aunque Quintana está convencido de que más que como una droga en solitario, como componente de la mal llamada cocaína rosa junto al MDMA y la cafeína.