«Dei un ril, pero non entraña ter valor»

xosé manuel cambeiro SANTIAGO / LA VOZ

TRAZO

SANDRA ALONSO

Eugenio González dice que se notó mucho la marcha del mercado, «pero sempre hai que reinventarse»

27 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Genucho es uno de los comerciantes de venta de productos agrícolas que llegó a Salgueiriños a la sombra del mercado ganadero. Nacido en Trazo, se vino a Santiago a los 10 años y aquí se quedó, rodeado de plantas y animalitos. «Pareceume inmensa a cidade», dice al avistarla por primera vez. Vino a estudiar a La Salle y, al finalizar el bachillerato, emprendió la carrera de Empresariales. Pero consideró que equivalía a perder el tiempo y abordó la actividad agrícola en Trazo como comercial.

Cuatro años después ya estaba de vuelta, pero esta vez encaminó sus pasos hacia la hostelería, regentando un pequeño bar (el Nemenzo) cerca de San Roque, y otro en Santiago de Chile. La hostelería y del deporte se mezclaron rápidamente y rugbi, baloncesto y fútbol sala compartieron agenda con las copas.

La hostelería es un mundo agotador, sin horario, con noches largas, y ocho años para Genucho fueron suficientes. Pero lo ha recibido como una experiencia muy provechosa por los lazos de cordialidad que le unieron a muchos clientes y a compañeros del sector: «Santiago era unha cidade pequena e na hostalería todo o mundo se coñecía». Hoy esa familiaridad se ha esfumado.

De nuevo el mundo agrícola le abrió sus puertas en un almacén paterno de distribución de piensos en la avenida de Lugo, con sacos que viajaban fundamentalmente a los municipios del contorno. Pero habiendo un mercado de ganado y un torrente de personas en torno a él, la familia González buscó cobijo comercial en un local de Salgueiriños. Y de la distribución se pasó a la venta de una diversidad de artículos agroganaderos, que incluían pastores, aisladores, animales, maíces de siembra, semillas de todo tipo y un largo etcétera distribuido por los estantes de Agrovivo. «Todas estas cousas podías atopalas en Santiago, nos concellos veciños non as había». Era entonces la única tienda de este tipo allí instalada, ya que la que existía (Garrido) se marchó para otros pagos. Luego se incorporaron varios negocios más.

Una locura

«Cando había feira era unha loucura», dice Genucho, evocando las riadas humanas confluyendo en Salgueiriños. Pero un día el mercado se desplazó más al norte y dejó huérfanos a los negocios agrícolas. ¿Huérfanos? «Non, notouse moito a marcha, pero hai outras cousas». Genucho es un hombre que reinventa y por ejemplo los piensos de animales de compañía invadieron el local.

Desde hace quince años la primavera floreció en su establecimiento. Y es que empezaron a venir las plantas. Antes se expendían solo semillas: «Na primavera véndese moitísimo. Un 70 % son plantas, a horta, e con elas os abonos, insecticidas,...» Es decir, el negocio está a punto de eclosionar: la primavera acecha. Sigue viniendo el personal del contorno. Curiosamente, desde las huertas municipales le llega demanda. Pero es testimonial: «Dáme para pagar unhas cervexas cando gaña o Deportivo». Eso sí que es tener espíritu ahorrador.

Pero para Genucho hay vida al otro lado de la tienda, y la familia es la primera prioridad. Y lo ha demostrado con creces. Un familiar necesitaba un riñón y, ni corto ni perezoso, se acostó en una camilla hospitalaria para que se lo extrajeran. Ahora tiene uno. Hace falta valor, ¿no? «Que va, cero. De valor nada. So me sentía atemorizado pola posibilidade, ao facer as probas, de que o meu ril non valera. Grazas a Deus era compatible».

Alguien a su lado comenta: «Es un campeón». Lo cierto es que, con muchos campeones como Genucho, habría más gente vivita y coleando. «Buyo ten so un ril, de nacemento», comenta. ¿No limita quedarse con un solo riñón? «Bueno, sobre todo teño que controlarme na alimentación».