Qué fue de los mejores de la selectividad

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

SELECTIVIDAD

Sacaron la nota más alta. Hoy, casi diez años después de la prueba de acceso a la universidad, continúan formándose, aunque no creen que la excelencia académica marque la diferencia

26 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Tanto han cambiado las cosas desde que estos adultos dejaron de ser los listos de la clase que incluso sus calificaciones en selectividad están obsoletas. Pablo Brocos y Daniel González sacaron un 9,6 y un 9,7 respectivamente; nota que ahora puede sacar un estudiante al uso, dado que el examen se puntúa sobre 14. Se examinaron en el 2006, un año en el que la todavía bonanza económica les permitía soñar alto sin miedo a que los recortes o el paro les influyera en su decisión. Simón Fernández, por su parte, obtuvo un 9,36 en el 2009, con una perspectiva laboral totalmente distinta. Varios años más tarde ¿han alcanzado los mejores alumnos de selectividad sus metas?

Con su calificación podría optar a cualquier carrera, pero Daniel González tenía claro que quería hacer Derecho. «Y en cuarto de carrera tuve claro que quería ser juez, y lo soy». Lo es desde hace unos meses, porque al finalizar Derecho en la Facultade de Santiago se puso a estudiar oposiciones. «Estuve cuatro años preparándolas y el pasado mes de octubre las aprobé, ahora estoy en Barcelona en la Escuela Judicial, un período de formación de un año en el que nos enseñan la parte práctica de la judicatura. A su buen expediente en la selectividad se suma que fue el primero de su promoción en Derecho, por lo que recibió un premio extraordinario. Al margen de que a él le haya ido bien, el joven juez compostelano defiende el examen de acceso a la universidad. «Es la prueba más objetiva que hay porque se hace en igualdad de condiciones y es el mismo examen para todo el mundo, con los mismos contenidos. Creo que es un filtro necesario que no se debería eliminar».

Cristina R. Lesmes

Obtuvo la mejor puntuación en el examen de selectividad de Vigo del 2006. Entonces Pablo Brocos Mosquera no tenía claro si decantarse por Audiovisuales, Medicina o Farmacia, aunque finalmente se decantó por esta última opción porque «estaba interesado por la parte investigadora». Así que se fue a Santiago. 

Máster y doctorado

«En la carrera tuve una nota media de 9,5 y la hice en cinco años y medio», cuenta Pablo, de 28 años. «El último año de Farmacia tuve una beca de colaboración de Química Orgánica e hice un trabajo dirigido de tecnología farmacéutica. No me satisfizo mucho porque es un mundo cerrado y hay pocas posibilidades de creatividad. Al terminar me fui a Nueva Caledonia unos meses. Mi pareja daba clases y así contacté con el mundo de la docencia. Me interesó y el año siguiente hice el máster de profesorado de educación secundaria en Santiago. Me contrataron para el doctorado y lo estoy haciendo en Didáctica de Ciencias Experimentales.

Modesto, este vigués asegura que ahora que tiene experiencia no cree que lo que se conoce como excelencia académica «o sacar dieces» sea algo positivo; «más bien es un signo de que la persona tiene algún tipo de competencia. No implica que sea la mejor preparada, sino que es una forma de aprender que se adecúa mucho a las pautas del sistema educativo Probablemente las personas más exitosas no sean las que obtienen notas más elevadas. Por el contrario, tienen más éxito las más inconformistas, que son más fieles a sí mismas y chocan con las convicciones del mundo académico, estas no suelen ser personas de diez».

Simón Fernández Castro (A Pobra, 1991) salió del examen de selectividad con un 9,18 que se convirtió en 9,36 de nota media. Nunca se había planteado hacer otra carrera que no fuese arquitectura, así que se marchó a estudiar a la Universidad Politécnica de Barcelona. Allí comprendió que había aterrizado en un mundo desconocido, ante la diferencia de conocimientos de aquellos con padres en el gremio.

CARMELA QUEIJEIRO

Además, corría el año 2009 y la burbuja del ladrillo acababa de estallar. «Ao entrar na carreira xa eramos a xeración perdida de arquitectos». A unas lógicas de trabajo duras y constantes, que exigían un sacrificio que no percibía en las titulaciones de otros compañeros, se sumaron las advertencias de los docentes sobre la escasa oferta laboral.

No se rindió, y se graduó en el menor tiempo posible. Para profundizar en su formación realizó un máster de diseño gráfico, ámbito fundamental en su oficio. En septiembre volverá a la ciudad condal para recorrerse los principales estudios de arquitectura, pero mientras se presenta a certámenes de diseño.

Información elaborada por A. Parada, S. Luaña, M. J. Fuentes y L. G. del Valle