«La noche que Logan despertó»: la serie de Xavier Dolan que conquista a los «gourmets» de la ficción

b. c. MADRID / COLPISA

PLATA O PLOMO

El personal director canadiense reivindica en esta producción su mirada única, sembrando en el espectador una angustia constante con los fantasmas del pasado de una familia destrozada

03 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Es todo un acontecimiento para los gourmets del audiovisual. La noche que Logan despertó es la primera serie escrita y dirigida por el canadiense Xavier Dolan, un cineasta completo, también actor y guionista, que pese a su juventud siempre ha tenido muy claro lo que es el oficio y su relación con el arte. Tener las ideas cristalinas, con una visión personal meditada, en un medio en constante transformación a una edad temprana no es fácil de sobrellevar. Tampoco el éxito precoz que dan los premios especializados y lo que rodea al negocio. Temas peliagudos que ha puesto sobre la mesa el propio responsable de aplaudidos títulos como Mommy o Laurence Anyways, siempre bienvenido en los festivales internacionales.

Durante la promoción de su última obra, su salto a la televisión, el virtuoso realizador subrayó con insistencia que abandonaba su carrera en el cine y aledaños, algo que está por ver —existe un proyecto pendiente con HBO—, al ser testigo de una era que se acaba. «No siento la necesidad de seguir con esto», argumentaba.

Contar historias con una cámara, hacer cine, es un proceso complicado que requiere una energía física y emocional difícil de explicar. Dolan es consecuente con la sensación que despierta: su manera de entender un arte en constante movimiento no es del gusto de un público mayoritario. La noche que Logan despertó, disponible en Filmin, nace sin ser plato para todos los gustos, empleando un lenguaje cinematográfico, lejos de lo televisivo, que rehuye de las tendencias contemporáneas. No es una serie de rápida digestión, se regodea conscientemente en su condición de rara avis y apela a las emociones de un público potencial curtido en una narrativa penalizada en la actualidad. Ritmo intermitente, sin presiones, actuaciones extremas por momentos, encuadres y movimientos fuera de lo común en un juego con el tono que permite al autor balancearse entre el drama, el thriller y el terror. El horror anidado en el seno de una familia disfuncional es el motor de la acción, tras la muerte de la madre del clan y un inesperado desarrollo de los acontecimientos. El choque de traumas, individuales y colectivos, está servido.

 Cargar con una mochila Dolan carga con una mochila importante a sus espaldas. Con apenas diecinueve años dio un puñetazo sobre la mesa en el Festival de Cannes de la mano de una ópera prima de su entera cosecha: Yo maté a mi madre (2009). En La noche que Logan despertó también es el montador de sus cinco capítulos y encarna a uno de los miembros de la familia protagonista. Basada en la obra de teatro homónima de Michel Marc Bouchard, el resultado se antoja un buen ejemplo de las posibilidades del uso del formato, manejado con soltura —cliffhangers y giros incluidos— por un peculiar autor, exagerado a ratos, fiel a su intereses y a una visión de la vida y al propio hecho cinematográfico en desuso. Reivindicar una mirada única, para bien y para mal, mientras critica la intolerancia que impregna la sociedad, los convencionalismos y las costumbres, abre las puertas a las filias y fobias. La noche que Logan despertó desgrana, con saltos en el tiempo, la historia de una familia acosada por los fantasmas del pasado, sembrando en el espectador una angustia constante. Para hacerlo, emplea una estructura interesante, dedicando cada capítulo a un personaje principal implicado en la trama. Dolan enfatiza sus virtudes con la expresividad que le permite la cámara, no quiere oír hablar del melodrama y carga las tintas en lo que mejor sabe hacer. Le acompaña en la gesta un reparto entregado a la causa: Julie Le Breton, Patrick Hivon, Éric Bruneau, Anne Dorval, Magalie Lépine-Blondeau y el propio director. Hans Zimmer y David Fleming ponen la banda sonora.