Un calvario agreste y real

Rodri García OURENSE

SOCIEDAD

IÑAKI BARTUREN

Crónica En la abrupta ladera del río Bibey, As Ermitas acoge un viacrucis único con las mejores figuras del barroco rural gallego.

07 abr 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

El viacrucis revive en 14 estaciones la pasión de Cristo hasta morir en el calvario. El viernes en el santuario de As Ermitas (O Bolo), el recuerdo y la realidad se fundieron al fallecer durante el acto uno de los asistentes. Fue a causa de un infarto. Desde las diez de la mañana, decenas de personas descendían hacia el santuario. Los bancales cubiertos de vides y olivos suben por las laderas, que encajonan al río Bibey. En el camino de bajada, las capillas de las estaciones guardan 56 figuras talladas en madera policromada del mejor barroco rural gallego. Un día luminoso alumbra las gastadas imágenes, proyectadas en 1730 por Domingo Rodríguez Blanco, administrador del santuario, y alojadas en pétreos recintos integrados en las casas. En el balcón de la fachada del templo, el oficiante pronuncia el sermón del Encuentro. La megafonía lleva su voz por el kilómetro largo del recorrido. A las once y media anuncia un trayecto «que hasta geográficamente se parece mucho al de Jerusalén». Cinco pasos salen al atrio, mientras el oficiante pide un médico para alguien que se ha desmayado. Un cartel equipara este viacrucis al portugués del Bon Xesús. Arranca la comitiva del viacrucis. Dentro del templo, unos rezan, otros dan vueltas pasando bajo el retablo del altar («hai que pasar nove veces», dicen) y otros suben al camarín de la Virgen. Ante el cruceiro del atrio, las descargas no logran reavivar el corazón del desmayado. «Jesús muere en la Cruz», suena por el altavoz. Jerónimo, más de 90 años, acaba de morir. Pero el viacrucis de As Ermitas tiene 15 estaciones. La última es la resurrección.