La Xunta tratará de frenar el envenenamiento de fauna salvaje y perros al repuntar estos delitos

Xavier Lombardero REDACCIÓN

SOCIEDAD

12 may 2007 . Actualizado a las 07:00 h.

El último informe de Adena sobre animales envenenados sitúa a Galicia entre las comunidades con ratios más bajas en este delito, pero desde la Consellería de Medio Ambiente se cree que fueron muchos más de los 24 casos y 43 animales identificados entre 1990 y el 2003. La propia Adena dice que los hallazgos pueden suponer sólo el 15% de la mortalidad real. Mercedes Rozas, técnica del Servizo de Biodiversidade de la Xunta, confirma que ha habido un repunte del uso de la estricnina, totalmente prohibida, y que urge investigar los canales de comercialización de esta y otras sustancias (a veces desparasitadores de rumiantes o herbicidas en dosis altas) usadas por desalmados que siguen colocando cebos a la fauna salvaje y a los perros, práctica considerada delito ecológico pero muy difícil de probar y que rara vez llega a la vía penal. Si bien las cifras de envenenamientos comprobados en Andalucía y las dos Castillas -especialmente de rapaces, para que no compitan en la caza de perdices y conejos- son muy superiores a las gallegas, Rozas señala que se están empezando a elaborar estadísticas, «que no había; aunque aquí, por las características del territorio, es muy difícil encontrar un animal muerto, porque lo habitual es que haya sido predado y entre en la cadena trófica, matando a su vez a otros varios». La realidad gallega es distinta a la castellana, donde los envenenamientos de animales suelen coincidir con el inicio de la temporada de caza. En Galicia, como en otras zonas cantábricas, el veneno se asocia a grandes carnívoros, como el lobo, y coincide con la subida del ganado a los pastos. Los perros cimarrones son también envenenados y la Xunta ha detectado un punto crítico en Mazaricos, con diversos atentados de este tipo en varios años. Incluso el tranquilo oso se ha visto perjudicado por estas prácticas delictivas, y hace años un ejemplar que se había asentado en Os Ancares apareció muerto a causa de un cebo envenenado. La estrategia gallega para hacer frente a esta situación pasaría por incrementar la prevención (ayudas para pastores eléctricos, cercados...) y las sanciones, controlar las cantidades y asientos en registros de comerciales veterinarios, o evitar la pérdida de la cadena de custodia de cebos y pruebas en los procesos judiciales.