La cinta transportadora de calor que regula el clima se ralentiza

La Voz

SOCIEDAD

17 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La expedición Malaspina, por si aún queda algún escéptico, ha constatado que los océanos ya notan la influencia del cambio climático. «Es un hecho real y al que hay que enfrentarse cuanto antes», resalta Eugenio Fraile, el responsable del subproyecto que, a bordo del Sarmiento de Gamboa, estudió los cambios producidos a la altura del paralelo 24,5, la ruta de Colón, en la gran cinta transportadora de calor del océano, un auténtico termostato natural que hace que, por ejemplo, en Galicia mantengamos una temperatura templada en invierno, cuando en Nueva York, situado en la misma latitud, están a bajo cero. Los científicos comprobaron que este circuito se ha ralentizado, un signo de alarma, pero este efecto negativo se ha neutralizado con el aumento de la temperatura del agua, que sube a un ritmo de 0,6 grados por siglo. «Disminuye la velocidad de la corriente, pero el transporte de calor, por ahora, es el mismo», explica Eugenio Fraile.

El chequeo al océano, sin embargo, no solo arroja malas noticias. La expedición ha descubierto una biomasa de peces hasta 10 veces mayor de la que se pensaba en las aguas situadas por debajo de la capa expuesta a la luz solar. En conjunto se cree que viven entre un 10 % y un 30 % más de peces de lo estimado. Igual de llamativo es la enorme diversidad existente de microorganismos que pueblan el océano, desde virus, bacterias y protistas.

Especies desconocidas

Los participantes en Malaspina recogieron más de 2.000 muestras, de las que ya han empezado a secuenciar su genoma. Los resultados preliminares indican que el 60 % de estas especies son desconocidas para la ciencia. «Más de la mitad son nuevas», corrobora Joseph Gasol, otro de los investigadores. No solo son especies ignotas, sino que presentan mecanismos metabólicos desconocidos, lo que, a juicio de Carlos Duarte, «abre la puerta a muchos procesos de gran valor industrial y médico».