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SOCIEDAD

Un reciente estudio señala a la carne picada como sospechosa de incluir componentes poco saludables. Aceite, miel o café son algunos de los productos más adulterados

03 mar 2015 . Actualizado a las 18:04 h.

La carne picada de vacuno vuelve captar todas las miradas. Tras el escándalo de su mezcla con trazas de carne de caballo, un nuevo estudio ha vuelto a poner en el punto de mira la sospecha sobre esta vianda tan habitual en las mesas de los consumidores españoles.

Un reciente estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha demostrado la existencia de un alto nivel de aditivos y de otras especies animales (como cerdo o aves) en una veintena de marcas de preparados de carne picada. Pero el engaño no es lo que más ha preocupado a la OCU; y es que han sido muchos los preparados de vianda que ante las pruebas han demostrado una deficiente higiene o una insuficiente calidad.

Los principales sospechosos son los preparados de carne picada que se pueden comprar en supermercados e hipermercados y que poco a poco han ido sustituyendo a la carne picada tradicional que se pedía directamente en carnicería. El estudio de la organización -que analizó la calidad de la carne, su contenido en grasa, agua o colágeno, la presencia de patógenos o bacterias que señalan una higiene deficiente, así como la presencia de otros tipo de carne en niveles superiores a los permitidos por la ley- llevó sobre la mesa de los expertos dos clases de preparado: la carne picada de vacuno propiamente dicha y el conocido como burger meat.

Es precisamente este último el que ha presentado mayores problemas. Y es que en la categoría de burger meat es posible añadir otros ingredientes como hortalizas, cereales o aglutinantes, permitiendo así comercializar el preparado a un precio inferior. La diferencia, en teoría, con la carne que se vende prometiendo ser de vacuno es básica, ya que en este caso al alimento no se le pueden añadir otros compuestos que adulteren la base de la ternera.

Del estudio se puede desprender que prácticamente todos los preparados de carne incorporan sulfitos y alérgenos; siendo este último un caso realmente preocupante, ya que algunas personas pueden padecer reacciones adversas en el caso de que el fabricante no respete la cantidad máxima recomendada.

Un exceso de colorante

Además, la OCU ha podido constatar que la obsesión por mostrar un apetecible aspecto en los alimentos (incluso cuando estos se acercan peligrosamente a su fecha de caducidad) ha provocado que los fabricantes apuesten por «un exceso» de aditivos y colorantes: «Esto puede suponer un peligro para los consumidores», sentencian. La grasa es otro de los aspectos que ha sorprendido a los investigadores, ya que en algunos casos llega a superar el 22 %.

Otro de los aditivos que incorporan los fabricantes, y que denotan una baja calidad del producto, es el colágeno; lo que indica la utilización de cortes con abundancia de tendones. Si bien es cierto que no existe un límite legal para la incorporación de estos elementos en la carne picada, la OCU alerta de la existencia, en algunos casos, de un porcentaje del 32 % de colágeno, lo que denota, según ellos mismos explican, una «baja calidad» de esta especialidad.

Y finalmente, la sombra del escándalo de la carne de caballo ha llevado a la OCU a estudiar de forma concienzuda la presencia de otras especies en la carne picada que los supermercados venden como de ternera. El resultado, asolador, demuestra que solo siete de las muestras no incluían trazas de otras especies (ave y cerdo); mientras que en trece de ellas se detectó un porcentaje inferior al 1 % (la cantidad fijada para considerar el producto como un fraude) y en dos casos este límite se superó.

Lo cierto es que el fraude alimentario -que se entiende como la adulteración deliberada de los ingredientes de un determinado producto o la manipulación de los envases, en la mayor parte de los casos con ánimo de lucro- es más frecuente de lo que muchos consumidores se imaginan. La lacra que supone este problema, que es sumamente difícil detectar debido a las sustancias poco conocidas que se suelen utilizar para ello, ha llevado a muchos expertos a iniciar controles y estudios firmes para poder detectar cuáles son los productos más adulterados en el mundo. Un informe americano señala directamente a seis productos como los más sospechosos dentro de las estanterías de los supermercados: el aceite de oliva, la leche, la miel, el café, el azafrán y el zumo: no siempre son lo que parecen.

OTRAS SOSPECHAS EN LAS ESTANTERÍAS

Peligrosa melamina: El informe de EE.UU. situó a la leche en polvo como la gran sospechosa de los productos lácteos. Entre los adulterantes más utilizados se encuentra el suero, la proteína de la leche bovina, la caña de azúcar y la melamina, siendo esta última una de las más peligrosas. Esta sustancia se usa para falsear el contenido de proteína en los alimentos y no solo se utiliza en la leche, también se ha encontrado en la comida para mascotas.

Aceite de cacahuete: El fraude alimentario de este producto es realmente escandaloso en el caso de Estados Unidos, donde se suele añadir aceite de cacahuete o avellana a lo que se comercializa -a un precio realmente elevado- como aceite de oliva. En España, recientemente, la OCU detectó que algunas marcas de oliva virgen extra prometían una cosa y después vendían otros aceites de calidad inferior.

Productos tóxicos: El azafrán es una de las especias más caras y más valoradas del mercado, por lo que la picaresca en su fabricación puede suponer una jugosa cifra para el fabricante. Sin embargo, la adulteración del azafrán puede llegar a suponer un alto riesgo para la salud, y es que el uso de tetraóxido de plomo o cromato de plomo -los cuales se han detectado en más de una ocasión- pueden suponer un elevado peligro para la salud de los consumidores por su alto nivel tóxico.

Una procedencia engañosa: Sorprendentemente, el café es uno de los productos de esta lista. Y es que a pesar de que no tiene un coste muy alto, sí que es cierto que la procedencia y la fabricación pueden suponer una interesante diferencia para el cliente. Algunos productores han sido sorprendidos mintiendo en el etiquetado sobre el origen de la plantación de los granos o en la inclusión de sustancias no autorizadas.

Otras frutas: El fraude en el zumo -tanto de naranja como de manzana-viene dado por la presencia de otras frutas. Y es que en una botella de zumo de naranja se puede encontrar productos como el pomelo, el extracto de flor de cempasúchil, sirope de maíz y extracto de pimentón. Mientras que en el de manzana los más repetidos son el jarabe de maíz, el  ácido malicosintético, el edulcorante o pasas.

De todo menos miel: La adulteración de este producto tan natural y tan sano es algo que trae de cabeza a las autoridades sanitarias. Y es que, mientras que los casos de fraude más leves han apuntado a la existencia de tarros de miel en los que el néctar de las abejas es sustituido por una burda mezcla de azúcares; se ha detectado la presencia de antibióticos prohibidos o incluso metales pesados.