Auguran que en el 2017 comenzará la revolución educativa en la ESO

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

OSCAR CELA

Un informe apuesta por la fusión de cambios tecnológicos y pedagógicos

03 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No es una profecía, es un análisis de los cambios que están sucediendo en las aulas y su proyección futura, según la cual el curso 2017/18 será un punto de inflexión en la forma de entender las clases en secundaria. Realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y auspiciado por aulaPlaneta, el entorno educativo Planeta, el informe Tecnología y pedagogía en la aulas. Perspectivas 2014 pretende «ayudar a adquirir perspectiva sobre un proceso de cambio que se percibe».

¿Y cuáles son estos cálculos? Que la evolución de los dispositivos tecnológicos sumada a la de los servicios digitales y a los nuevos enfoques pedagógicos revertirá en una forma de aprender diferente, la llamada Flipped Classroom, que se podría implantar en el curso 2020. Este término, que en castellano se tradujo por «pedagogía inversa», supone que el alumno escucha en casa un vídeo con la charla magistral y la lleva a la práctica en clase, donde le ayuda del profesor.

De este modo, la actividad del aula se concentra no en la exposición de conocimientos, sino en «la discusión, reflexión y ejercitación de esos conocimientos que se suponen ya adquiridos». La principal ventaja es que el profesor puede detectar los problemas de cada alumno ante un tema, y para el estudiante es más fácil que sus dudas se resuelvan rápidamente y se afiancen sus conocimientos. Hay que decir que los 33 expertos que participaron en este análisis cree que «es perfectamente probable» que la pedagogía inversa no se generalice en España.

El caso es que hasta llegar a este punto queda bastante trayecto. Y en ese proceso, el 2017 será un año clave. Será entonces cuando las pizarras electrónicas y las tabletas o dispositivos similares se usarán con normalidad en las clases, y habrá wifi -teóricamente, desde el curso anterior-, pero sobre todo comenzarán a implantarse novedades pedagógicas, como el trabajo por proyectos, que ya tendrá cierto peso el curso anterior; y en ese sentido, a partir del 2017 será cada vez más frecuente el enfoque por competencias -que estará plenamente desarrollado en el 2020- y que supone que en vez de valorar la memorización de contenidos, se prime la capacidad de los alumnos en saber qué, cómo, cuándo y para qué.

Un profesor «entrenador»

Este tipo de enseñanza, ligada con el trabajo por proyectos y con las inteligencias múltiples rechaza la idea de profesor de clase magistral y lo convierte, en algún sentido, en «entrenador». El alumno, que trabaja en un grupo con más compañeros, tiene que organizar el trabajo, distribuirlo y compartirlo para finalmente, dar forma a lo que aprende. ¿Un ejemplo? En un instituto se decide dedicar un proyecto al antiguo Egipto. Los alumnos se encargan de analizar la vida, lenguaje, vestimenta, economía, clases sociales: harán pirámides, trajes y hasta jeroglíficos. Y gracias a este «juego» aprenderán historia (qué pasó en esa época y qué influencias dejó), matemáticas y física (cómo se construye una pirámide, cómo se transporta una piedra gigantesca, cómo se hace un obelisco), arte (cómo eran los templos egipcios y a partir de ahí los siguientes), economía (clases sociales y distribución del trabajo). Alguna de las materias se puede aprender en inglés, para incluir más asignaturas.

El proceso de investigación, análisis, documentación y recreación de cada una de las partes se hará siempre bajo la supervisión del profesor, y cada grupo, que tendrá su trabajo previo, tendrá que compartir la experiencia con el resto, responder a las dudas de los compañeros -un capítulo fundamental es saber cómo han ido resolviendo las dificultades con que se encuentren- y aprender lo que los demás les tienen que decir al respecto.

Esta educación colaborativa es más fácil de desarrollar con la tecnología y los servicios que conlleva: desde wifi a la realidad aumentada, los simulares interactivos, los juegos en red o multitud de software similar.

«Flipped classroom». La clase «al revés»

Quédense con el nombre porque se va a oír mucho. Es el término inglés de la llamada pedagogía inversa: el estudiante escucha en casa la charla de su profesor (en vídeo en su dispositivo móvil) y las prácticas las hace en clase, con sus compañeros y su maestro.

Un cambio de actitud del profesorado y medios específicos

Los expertos del informe de aulaPlaneta asumen que los plazos no podrán ser realidad sin la colaboración de la comunidad educativa: padres, profesores y Administración. Estas son las claves del futuro:

Creatividad. Es fundamental dejar a los alumnos participar activamente y que los propios profesores adapten las nuevas teorías educativas a su propio espacio y tiempo. No es lo mismo un instituto enorme en una gran ciudad que otro en el rural.

Más trabajo. Que nadie piense que este tipo de educación es el paraíso de los vagos. Ni mucho menos. Tener que aprenderse de memoria un texto es más rápido que realizar un trabajo. El estudio se extenderá en el hogar, pero no se tiene que ver como un castigo.

Tecnología sí o sí. Es uno de los caballos de batalla de este nuevo enfoque. No se puede plantear este tipo de aprendizaje si no hay acceso a Internet, por ejemplo. La Administración tiene que ofrecer soluciones a los colegios.

Nuevo profesor. Los maestros no tienen que ser más jóvenes, pero sí están obligados a reciclarse con frecuencia.

Adaptar el currículo. Todo lo anterior no parece servir de nada si el Ministerio de Educación se empeña en llenar el currículo de las asignaturas. ¿Es necesario y útil conocer los nombres de los reyes astur-leoneses, o es mejor saber cómo la sociedad pasó de la política feudal a la estatal?