Sobre besos y abrazos

Ángel Carracedo
Ángel Carracedo CIENTÍFICO

SOCIEDAD

Los españoles en esto de los besos somos una cultura intermedia, y los gallegos, un poco escasos en mi opinión. Damos besos al vernos y despedirnos, pero solo cuando nos vamos por un tiempo

27 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Reconozco que me gusta que me den besos y abrazos. Me conforta, me parece señal de confianza, proximidad y cariño, y me gustan mucho los lugares en donde tanto hombres como mujeres se los dan mutuamente, incluso sin distinción de sexos, pero hay algunas culturas donde esto les parece ofensivo o les incomoda, y hay que andarse con ojo, y esto lo cuento a propósito de un congreso del que vengo en Cracovia, donde una coreana me hizo un regalo y me aproximé a darle un beso para darle las gracias y casi la mato del susto.

Los españoles en esto de los besos somos una cultura intermedia, y los gallegos, un poco escasos en mi opinión. Damos besos al vernos y despedirnos, pero solo cuando nos vamos por un tiempo, y en algunas familias también se los dan entre los hombres, costumbre que me da pena que se vaya perdiendo, aunque se mantiene en varios países. En Italia y Francia es parecido a España, aunque los franceses dan tres besos y los italianos los dan al revés. Normalmente besamos primero la mejilla derecha, pero ellos comienzan por la izquierda. Esto es siempre muy divertido porque cuando españoles e italianos se van a dar un beso es como una competición de esgrima que acaba invariablemente con un choque de narices y un beso casto, pero en los morros, y yo creo que esto lo inventaron los italianos para ligar aún más. En algunos sitios se da solo un beso y te quedas como un tonto dando el segundo al aire o, si eres francés, dando los dos últimos.

Cuanto más subes en Europa hacia el norte, menos besos se dan y en los países de cultura inglesa, salvo en lugares con influencia latina, no les gustan demasiado y muchos lo pasan mal cuando alguien les da un beso en la mejilla y claramente les incomoda. Ya no digamos a japoneses, chinos y, por lo que se ve, coreanos, que lo pasan fatal: todos nos reímos mucho hace una semanas cuando una chica muy cariñosa de mi grupo le dio un achuchón de despedida a Toshi, un japonés que había estado con nosotros, y él puso una cara de terror y desconcierto, como pidiendo socorro, que era de filmar. Es que allí no se tocan ni aunque los maten y es para mí un misterio el cómo pueden tener hijos. Nunca se os ocurra, por ejemplo, tocar la cabeza a un niño en muchos países del este de Asia, cosa que aquí yo hago continuamente. Allí lo consideran algo obsceno y ofensivo, casi lo peor que se puede hacer.

En los países árabes el problema es el beso entre personas de distinto sexo y en Arabia Saudí debe de ser hasta delito porque no puedes ni darle la mano a una mujer. O sea que hombres con hombres y mujeres con mujeres se dan besos, abrazos y van de la mano, pero si se te olvida y lo haces con el sexo opuesto ya tienes armado un lío. Realmente no saben lo que se pierden.

En toda América latina se besan y abrazan más y en Colombia es espectacular. Allí das besos cada vez que te encuentras, cuando entras a trabajar, cuando vuelves del café, cuando te vas a comer, cuando vuelves de hacerlo, al despedirte, al levantarte, al acostarte y eso con toda la gente del trabajo, amigos y familia, de modo que como sea esta un poco numerosa te dedicas varias horas del día al tema, y, aunque la productividad se debe resentir, a mí me gusta. Cuando vuelvo a España lo echo de menos, tengo mono de mimos como un drogadicto y siempre pienso lo mal que lo tienen que pasar ellos al venir aquí. Y no digamos si van a países de influencia inglesa por la falta de ese contacto físico y cariño al que están acostumbrados y que allí no van a tener.

Yo creo que darse besos y abrazos es muy sano y que, en los países en donde no se hace, la gente se vuelve neurótica. Por eso la nueva costumbre de regalar abrazos por la calle me parece muy saludable. Y es que ahora en algunos sitios y, particularmente en el Canadá francófono -como en Quebec-, te encuentras con grupos de chicos y chicas que regalan abrazos a los transeúntes. A mí me parece que en Quebec hicieron aumentar el turismo de los anglófonos de Canadá necesitados de afecto, y que van allí el fin de semana para recibir su ración de mimos. Hasta seguro que disminuyen la mortalidad y salvan vidas de gente deprimida, pero ojalá que aquí no lleguemos a ese extremo y empezando por la intimidad familiar y siguiendo por el día a día nos achuchemos cada vez más.