Por qué el 2016 será recordado como uno de los peores años de la historia

Sara Cabrero
Sara Cabrero REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

La crisis de los refugiados, la victoria de Donald Trump o el «bréxit» sitúan este año en las páginas más negras de la historia

26 dic 2016 . Actualizado a las 17:56 h.

El 2016 quema sus últimos cartuchos. Se precipita a su extinción. El año que parecía no acabar nunca pasa página para quedarse anclado en las de la historia. El año que nos consiguió helar la sangre, mientras a los millones de refugiados que se jugaban el tipo en el infierno del mar se les helaba la vida. El año en el que colocamos en el mapa a Siria, para después colocarla en el sitio más incómodo de nuestra conciencia.

Sobrecogedor. Inquietante. O incluso merecedor del olvido. El 2016, que se convertirá en pasado en unas horas, será recordado por los genios de la música y la literatura que nos dejaron huérfanos para irse a un mundo mejor; por los que abandonaron a sus socios europeos por un mundo incierto; por los que quisieron imponer su verdad armados con la muerte y no con la razón; por los que nunca consiguieron llegar a un acuerdo y abocaron una y otra vez a un país entero a las urnas.

Por todos ellos, el 2016 se va manchado, marcado y herido. ¿Será uno de los peores años de la historia?

El drama de los refugiados

El 2016 nos acercó un poco más esa Siria a la que creíamos tan lejana, casi en otro planeta. Pero en este año nos despertamos acosados por el bofetón de la realidad al ver cómo se llenaban de miseria y de historias marcadas por la barbarie las costas de los países de vida acomodada. Los objetivos de los reporteros nos hirieron los ojos, nos dejaron clavados en el sitio y nos tatuaron en la piel el horror que millones de personas estaban viviendo. Niños como Omran Daqneesh, que sentado en una ambulancia sin ser capaz de soltar ni una lágrima, nos recordó que miles de inocentes pequeños han nacido y han muerto conociendo solo la guerra.

STRINGER | REUTERS
 

Pero todo acaba cayendo en el olvido, y nos duró tan poco como la pena por Aylan. El niño que unos meses antes había aparecido ahogado en una playa de Turquía. Una imagen viral, un icono, de usar y tirar.

El 2016 se acaba y seguimos sin encontrar una solución digna para toda esta gente. Quién sabe si en el que llega, podremos contar otro cuento. 

El Estado Islámico siembra el terror

El Estado Islámico se propuso parar la vida en todo el mundo y marcar los tiempos según su reloj. Y lo quiso hacer con el terror. Con la muerte. Con el miedo. Mientras miles de personas disfrutaban en Niza del Día Nacional de Franciahubo alguien que quiso imponer su verdad. Lo hizo con un camión y la muerte por bandera. 85 personas fallecieron y más de 300 resultaron heridas.

Alberto Estévez | EFE

Mohamed Lahouaiej Bouhlel no fue el único que se propuso pararnos la vida con el miedo. Pocas semanas después, un joven afgano de 17 años entraba en un tren en Alemania para pregonar el mismo discurso. El del desasosiego. Cuatro personas resultaron heridas de gravedad.

En junio las miradas se dirigían hacia Orlando, en Estados Unidos, donde se producía la peor matanza del país desde el 11-S. Un hombre llevaba la firma del Estado Islámico hasta una discoteca de la ciudad muy popular entre la comunidad gay, dejando tras de sí cifras terribles. 50 muertos y 53 heridos graves.

STEVE NESIUS | Reuters

Todos estos actos demuestran que nos intentaron parar la vida en seco. Y no lo consiguieron. El 2016 fue un año terrible, pero también para recordar. Porque a pesar de sus continuos ataques, a este lado seguimos caminando hacia delante.

El día que Europa pisó el freno

En junio los británicos unilateralmente pisaron el freno, el del Viejo Continente. Que se ralentizó como si de golpe le hubiera caído un gran jarro de agua fría. Lo llamamos bréxit, cuando en realidad queríamos decir «el principio del fin de lo que hasta ahora conocíamos como Europa».

NEIL HALL | REUTERS

En el Reino Unido votaron Leave. Adiós a los socios europeos. Y en Bruselas se pararon los relojes. Lo que parecía imposible se hizo realidad. Europa se acostó un 23 de junio con el ritmo habitual y se levantó al día siguiente roto, con su credibilidad herida de gravedad y con un futuro negro. Y a pesar de que en los siguientes meses hemos intentado dibujar el boceto de lo que será a partir de ahora el día a día de los Veintisiete sin Reino Unido, poco sabemos de lo que seremos en el futuro. Quién sabe si en el 2018 podremos convertir en agua de borrajas el bréxit y hablar del brentry

¿El año de los sinsentidos?

Cuando todavía estábamos digiriendo el duro golpe que nos asestaron los británicos, la digestión se nos volvió a cortar. Desde lo que muchos llaman la primera potencia mundial volvió a irrumpir con fuerza el populismo; encarnado en Donald Trump, que en una victoria histórica e insólita, consiguió llegar hasta el despacho oval. Su perfil belicoso, sus continuas salidas de tono y su menosprecio a tantos y tantos grupos no fueron suficiente razón. Ganó. Y provocó un terremoto internacional.

Sus promesas electorales son toda una declaración de intenciones. Todo apunta a que lo peor está todavía por llegar.

El año que puso en jaque a las empresas demoscópicas

Su credibilidad quedó completamente en entredicho. Vamos, que no acertaron ni una. Ni el bréxit, ni las elecciones americanas. Ni tan siquiera las españolas. No fueron capaces de aventurarse a los resultados del referendo colombiano o al de Italia. Este año ha convertido a las encuestas demoscópicas en pura palabrería. Ya no nos fiamos. Normal. A los hechos nos remitimos. Porque todo lo que han aventurado se ha quedado en un cuento chino.

Turquía se levanta en un golpe fallido

En el mes de julio Turquía levantaba una gran polvareda que se traducía en más de 265 muertos y cerca de 3.000 detenidos. El golpe de Estado en el país duraba unas horas.

Pero la represión se extendía en el calendario. Erdogan  aprovechaba las circunstancias para limpiar todo aquello que le incomodaba. Las purgas llegaron a algunos de los organismos más importantes del país. Hay quien todavía cree que fue un autogolpe.

MURAD SEZER | REUTERS

Turquía tardó en restablecer su día a día. Y lo cierto es que lo ha hecho con una calma chicha

Aborrecimos las urnas

A este 2016 parece que su antecesor le dejó las urnas como herencia. Acudimos a ellas una y otra vez. Llegamos a aborrecerlas. Hicimos chistes con ello. Pero la realidad es que el derecho al voto se convirtió en una verdadera incomodidad. Mientras España seguía paralizada y sin gobierno (después de acudir a las urnas dos veces) los gallegos y vascos teníamos otra cita con los colegios electorales

Álvaro Ballesteros

Las campañas se alargaron durante meses, las parrillas televisivas quedaron copadas con las visitas de los políticos, y las promesas electorales nos atormentaron los desayunos, comidas y cenas durante casi todo el 2016. Después de un año entero con la sombra de las elecciones a nuestra espalda, el horizonte parece claro. Solo lo parece.

Una desaparición con muchos interrogantes

Diana Quer desaparecía de su casa de veraneo en Barbanza un 22 de agosto, abriendo uno de los casos más herméticos de este año. La mala relación de sus padres, los continuos problemas que en los últimos meses arrastraba la familia y el sinfín de incógnitas que rodean a su desaparición han colocado a los Quer en la primera línea de la actualidad.

Y los últimos coletazos del caso apuntan a que seguirá protagonizando  portadas en el año que entra.

El engaño que hirió a la solidaridad

Fernando Blanco y Margarita Grau jugaron con algo intocable. Se rieron de la solidaridad. Y salieron escaldados. Recaudaron grandes cantidades de dinero aprovechándose de la parte más piadosa del ser humano, se rieron de todos. Jugaron con la enfermedad, la de su hija, que es analizada por la Justicia para tratar de encontrar qué hay de verdad en su caso. Y ahora pagan por sus actos. Uno en la cárcel y la otra bajo la atenta mirada del recelo social. A los padres de Nadia Nerea se les cayó el teatrillo. Confirmados los hechos, poco será el castigo. No para la niña, la verdadera víctima del egoísmo y la codicia.

 

¿Los Juegos Olímpicos más desastrosos de la historia?

Piscinas de color verde, transporte caótico, inseguridad en la ciudad... Los  Juegos Olímpicos de Río fueron polémicos antes incluso de que la llama se encendiera. Se esperaba el más absoluto desastre y la cosa quedó en una vergüenza patria que Brasil tendrá que llevar a las espaldas durante muchos años. Porque la organización de los juegos y los continuos fallos -muchos de ellos imperdonables- colocaron a Brasil en una posición bastante incómoda de la que todavía se sigue hablando. Río no estuvo a la altura. Y eso se paga.

La violencia machista sigue siendo una lacra

Las cifras no hacen justicia a la lacra. Pero nos aproximan un poco a una tragedia a la que se debe de poner fin. Y pronto. Las víctimas por violencia machista aumentaron un 11 % en el último año. Desde el 1 de enero del 2003, fecha en la que se empezaron a contabilizar las víctimas, hasta ahora, casi 900 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas en España.

Tenían nombre y apellidos. Familia. Y vidas. Todas rotas.

Una muerte histórica

Desaparecido de la primera línea desde hace más tiempo del que podemos recordar, Fidel Castro dejaba este mundo como una de las figuras históricas más importantes de los últimos tiempos. El revolucionario cubano nos dejó a los 90 años, con una Cuba en proceso de cambio y un mundo totalmente revolucionado.

La cultura nos dejó un poco huérfanos

Se fueron en el 2016 dejando tras de sí un torbellino de reacciones. La más difícil de gestionar, el vacío que provocaron en el mundo de la cultura. David Bowie se marchó un 10 de enero abriendo una espita por la que continuaron escapándose muchos otros. Leonard Cohen, Prince, George Michael, Manolo Tena, Chus Lampreave o Harper Lee se marcharon este 2016 dejando al mundo de las letras y la música con una herida que solo sanará el tiempo y nuevos genios, aunque siempre quede una cicatriz. Y a nosotros con el recuerdo y la gratitud para los que pusieron otro granito de arena para engrandecer el mundo de la cultura.