Gonzalo Sotelo: «Al dar un teléfono a un menor le das acceso al mundo, a gente buena y mala»

M. Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

CAPOTILLO

Este experto advierte de que no hay capacidad legal para borrar de la Red de forma total algunos contenidos

19 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Sabe de lo que habla. Porque Gonzalo Sotelo, miembro del equipo de investigación tecnológica de la Guardia Civil de Pontevedra, lleva años observando todo lo que ocurre en esa gran piscina virtual que es la Red y a la que cada vez más menores se lanzan totalmente indefensos. Están desvalidos por varias razones. Por todo el peligro que los acecha y porque no saben las consecuencias de colgar una foto indiscreta o de refugiarse en el falso anonimato que da Internet para acosar a un tercero. Ante esto, Gonzalo Sotelo apunta que los adultos deben de cambiar el chip: «A la hora de dar un smartphone a un menor, estamos poniendo en sus manos el acceso a todo el mundo. A los buenos, a los malos... Lo que más debería preocuparnos es que va a tener acceso a un espacio donde va a poder interactuar con otros adultos que no conoce. Ese es uno de los mayores riesgos sobre los que habría que pararse a pensar».

-¿A qué edad es recomendable poner un «smartphone» en manos de un menor?

-Cada padre o cada educador sabe cómo es su hijo. Es muy difícil limitar la edad. Hay niños muy maduros con solo doce años, pero otros no lo son con quince. Hay que valorar en qué momento está el menor y los padres han de controlar el acceso que tiene a la Red.

-Los menores de 14 años no podrían tener Facebook, ¿no?

-Depende de la red social. Cada una de ellas está regida por la legislación del país donde está registrada. La cuestión es que no filtran la edad de los que entran. Por eso, debería plantearse hasta qué punto son necesarios algunos servicios.

-Los preadolescentes o adolescentes son nativos digitales, pero parece que no son tan competentes para manejarse en ese mundo virtual. ¿O no?

-Manejan una aplicación, pero no saben qué pasa, quién puede estar observando lo que están haciendo, quién tiene derecho sobre una imagen que han compartido... Hay cuestiones que no saben. Desconocen que, cuando hay un incidente, no hay una capacidad legal total para poder borrar determinados contenidos.

-Hay menores que comparten fotos comprometidas que pueden acabar donde no les gustaría que lo hicieran. ¿Qué consecuencias puede tener eso?

-Hay que hablar de la consecuencia legal o penal y de otras consecuencias directas como persona. Desde el punto de vista penal, se pueden aplicar diferentes cargos, hasta incluso el de pornografía infantil, en caso de que sean de menos de 14 años, por ejemplo. Luego hay una serie de consecuencias personales añadidas que afectan a la persona y a su entorno. Subir una foto a la Red, aunque sea de forma voluntaria, puede hacer que la imagen acabe en manos de todos los compañeros de clase. Pero no solo eso. Puede que continúe en la Red cuando tenga 25 años. Eso puede traer en el futuro consecuencias desde el punto de vista laboral o incluso personal, en el momento de tratar de entablar una relación de pareja, por ejemplo.

-¿Cuál es el papel que tienen que tener los padres a la hora de introducir a un hijo en el uso de este instrumento tecnológico?

-La regla número uno es pautar unas normas de uso. Un niño de diez años debe usar el smartphone en un lugar donde pueda ser supervisado. Hay que determinar qué días de la semana o cuánto tiempo puede estar conectado, por ejemplo. No es una cuestión de preparar a los niños en cinco minutos, hay que llevarlos de la mano, preocuparse, navegar con ellos. El papel de los padres resulta fundamental.