Un conductor de casi un siglo

SOCIEDAD

Jose Manuel Casal

Manuel Rey Rodo cumplió 98 años el día 6 de este mes. Hace un par de semanas superó el psicotécnico. Saca el coche con frecuencia: «Se mo quitan, morro»

21 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Manuel Rey es el conductor en activo más veterano de Carballo y posiblemente esté en la parte más alta de la lista gallega. El día 6 cumplió 98 años y poco más tarde renovó el psicotécnico, así que puede seguir en la carretera al menos un año más. Ya es una vida, porque se sacó el carné en 1941, aunque en realidad ya conducía desde mucho antes. Más o menos a los 15, y un camión: eran otros tiempos.

Habitualmente se desplaza en un Alfa Romeo. Ahora le han puesto algunas limitaciones. No puede exceder de los 20 kilómetros diarios (antes, 50), y de noche tiene vetado conducir. De vista conserva el 75 %. De cabeza (no hay más que hablar con él) se diría que todo. Padece un poco de la espalda, pero de memoria, habilidad y sentido del humor va sobrado, sobre todo para la edad que tiene. La pasión por el automóvil la lleva en la sangre: «Se me sacan o coche, morro». Lo repite cada vez que le preguntan.

También despierta curiosidad saber cuántos kilómetros ha hecho en su vida: «Non o sei. ¡Millóns!», responde. Estuvo a cargo de camiones, de autocares, fue taxista 38 años en Carballo... Inculcó el amor por el motor a sus cuatro hijos, que de una manera u otra (transporte, talleres, compraventa, grúa, taxi) siguen en el sector, y además con el apodo de su padre: O Largo. El apodo le quedó desde joven, porque era muy alto, y ahora es una seña de identidad familiar.

Pequeños golpes, de otros

Manuel nunca tuvo un accidente. En alguna ocasión le dieron algún pequeño golpe, «pero foron outros», dice. Nada grave ni serio. Multa, que recuerde, sola una en su vida, pero hace ya tanto que no sabe el año. «Fora grande, de 10.000 pesetas, por avisarlle a outro coche dando luces de que estaba Tráfico». No hubo más.

Nacido en Coristanco, su padre tenía para él otros planes: «Quería que fose músico». Pero a él le tiraban las ruedas. «Non había outro choio, fun aprendendo pouco a pouco». Y hasta hoy. Ha tenido muchos automóviles. Tiene especial cariño a un Seat 1.500 que guarda en el garaje familiar, con el que trabajó cinco años en la parada, pero en realidad por sus manos pasaron muchos modelos y marcas. Ahora, a bordo de su Alfa, se contenta con los paseos por las calles y entorno de Carballo, un pueblo muy distinto ya a sus inicios profesionales.