No olviden pensar en el bien común

José A. López Rey EL EXPERTO

SOCIEDAD

22 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

No sé si Jerry Bruckheimer, el productor de CSI, se imaginó hasta qué punto su serie iba a influir en nuestra vida diaria. En cualquier caso, creo que nunca pensó en la posibilidad de que alguien quisiera crear un banco de ADN canino para que a los dueños incívicos de los animales se les metiera el miedo en el cuerpo y, de esa forma, recogieran las molestas deposiciones que sus perros hacen en la calle.

Pero el planteamiento del tema da para una serie o para un largometraje. Lo que no sabemos es si de ciencia ficción, de terror o una distopía. Probablemente todos esos géneros tienen cabida juntos en el humor absurdo. Imagínense la unidad especial de CSI canino acordonando la zona del crimen, sacando fotos a las pruebas, recogiendo muestras todo lo asépticamente posible, cuidándose mucho de que la cadena de custodia no se rompa y entregando las pruebas a un laboratorio hipermoderno para dilucidar si fue Nei o Sul o Lúa el que emporcó la acera... y sus dueños paguen la consiguiente multa. Pues ya hay quien lo ha sugerido e incluso quien lo ha aprobado.

Parece que resulta más fácil plantear una demanda de este tipo que recriminar al incívico dueño que no recoge las deposiciones. Y tiene su lógica. ¿Para qué molestarnos? ¿Por qué enfrentarnos a una situación incómoda? ¿Por qué hemos de vivir una situación tensa con alguien a quien no conocemos de nada?

La respuesta es sencilla: vivir en sociedad implica siempre cierto grado de tensión con los otros, de conflicto. Lo que ocurre es que algunos quieren evitarse esta tensión y trasladársela a las instituciones. Al coste que sea. Incluso al de hacer el ridículo.

Hay otra opción en la que parece que muchos no han pensado. Mejorar nuestra educación cívica y nuestro sentido de lo público y pedir que se cumplan las normas que nos hemos dado. Pero eso exige poner algo de nuestra parte y salir, siquiera un poquito, de nuestra zona de confort.