El alza de la violencia de hijos a padres coincide con la dependencia del móvil

María Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

MONICA IRAGO

La introducción del WhatsApp en el día a día del adolescente ha disparado el conflicto, dicen los mediadores

24 mar 2017 . Actualizado a las 17:21 h.

Los llantos o las pataletas no son una respuesta extraña para muchos padres cuando les quitan el smartphone a sus hijos para instarlos a centrar su atención en los estudios o para que interactúen con el resto de la familia. Fue lo que le ocurrió a la madre de Almería para la que el fiscal pedía nueve meses de cárcel por maltrato tras forcejear con su hijo de quince años para quitarle el móvil y obligarle a estudiar. El juez acabó absolviéndola. Pero más allá del forcejeo o del llanto desmesurado ese tipo de reacciones pueden ser un indicador de una dependencia del móvil que, a su vez, puede explicar el incremento de los casos de violencia filio-parental (de hijos a padres). Además, los expertos en mediación constatan que el fenómeno se ha disparado desde el uso generalizado de aplicaciones como WhatsApp.

Un estudio realizado por el Hospital Saint Joan de Deu lo explica: «Al igual que en las adicciones a sustancias, aquellos que muestran un uso patológico de las nuevas tecnologías experimentan una abstinencia ante la privación; caracterizada por un estado de ánimo disfórico, irritabilidad e inquietud psicomotriz».

El delegado en Galicia de la Fundación Amigó, que acaba de desembarcar en la comunidad, José Antonio Morala, habla también de esa relación entre la proliferación del WhatsApp o de otras aplicaciones del smartphone con el aumento de la violencia filio-parental. «Detrás de muchos casos que hemos estudiado en nuestra fundación en Madrid está el uso constante del WhatsApp. De hecho, fue a partir de la popularización de esa aplicación y de otras muy parecidas cuando empezamos a ver que los casos se disparaban. Antes para usar el Tuenti, por ejemplo, un adolescente tenía que ponerse frente al ordenador. Ahora con el teléfono pueden estar permanentemente conectados. Lo hacen cuando están en la mesa e incluso a la hora en que deberían de estar durmiendo, entonces eso genera un conflicto». De ahí que algo fundamental es establecer unas normas previas antes de dar un instrumento de este tipo a un niño.

El incremento del que habla este mediador en conflictos familiares -algo que destaca también el responsable de Mediación Familiar de la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF), Gregorio Gullón- lo constatan los datos de la Memoria de la Fiscalía de la Comunidad Autónoma de Galicia. Entre el 2014 y el 2015, último dato disponible, los delitos de violencia doméstica (la que se da dentro del hogar, pero no es de género) perpetrados por menores aumentaron un 86,25 % al pasar de 160 en el 2014 a 298 en el 2015. El dato es revelador porque la mayor parte de los conflictos que se producen en los hogares no llegan a un tribunal.

La cuestion es ¿por qué hay tanta dependencia del móvil? Los factores son muy variados, pero hay algo en lo que coinciden los especialistas que elaboraron el estudio realizado por el hospital Sant Joan de Deu. El smartphone es ahora un elemento más de la vida cotidiana y un elemento de estatus social. No tener uno, no estar conectado en grupos de WhatsApp o no tener Instragram equivale a no ser nadie porque no tienen la identidad virtual que da acceso a un mundo paralelo.

Por eso, como apunta Begoña Castro del Colexio de Psicoloxía de Galicia, lo que hay que hacer es mostrar los peligros que esconden los dispositivos tecnológicos, que son buenos cuando son bien utilizados. Pero, además, recuerda que hay que saber desconectar.

Actitudes frecuentes que pueden evidenciar una adicción al «smartphone»

La tecnología es buena. Forma parte de la sociedad actual y no puede renegarse de ella. El problema está cuando pasa de ser un medio a convertirse en un fin. Ahí es donde puede empezarse a hablar de un trastorno adictivo. Hay determinadas actitudes que, cuando son recurrentes o prolongadas en el tiempo, pueden evidenciar un caso. Estas son algunos hábitos que, como consta en un estudio sobre la adicción las nuevas tecnologías del hospital Sant Joan de Deu, deben vigilar los padres: 

Cambio en las formas de ocio. Cuando notan un menor interés por jugar al aire libre y ven que prefiere la computadora o el smartphone

Nuevos amigos. Cuando las personas con las que habitualmente se relacionaba ya «no le llenan como lo hacían antes» o tiene un mayor contacto con las amistades del mundo virtual. 

Irritabilidad. Cuando el menor está más gruñón, se enfada por todo y de una manera desproporcionada. El mayor peligro es cuando fundamentalmente lo hace al pedirle que deje de jugar o que desconecte de una red social. También ha de preocupar cuando crecen las peleas con sus hermanos por el uso de algún aparato tecnológico. 

Rendimiento académico alterado. Cuando empieza a notarse un mayor absentismo escolar, sobre todo a primera hora. Cuando en clase su actitud es menos colaboradora. 

Demanda de productos tecnológicos. Cuando quieren actualizar constante sus aparatos tecnológicos. El teléfono de última generación o un ordenador con mayor capacidad de descarga.