Casi 50 años sin un mes de vacaciones

Pablo Carballo
PABLO CARBALLO REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Pablo Carballo / S. Rouco / M. Gundín

El descanso ya es voluntario para ellos, pero sus negocios les impiden disfrutar de los días a los que renuncia Cifuentes

23 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La presidenta de la Comunidad de Madrid sugería que las vacaciones puedan convertirse en algo voluntario. Ellos sonríen con cierta resignación. Para ellos siempre lo fueron. Pero difíciles de asumir. Cada día de descanso, un día sin ingresar y en el que los gastos siguen corriendo. «Llevo trabajando en hostelería desde 1968 y nunca me he cogido un mes de vacaciones. Jamás». Al otro lado de la barra, José Manuel Merela. En 1973, cuando la democracia parecía todavía una utopía, abrió junto a su mujer su propio negocio. El bar O'Mascoto, en la coruñesa avenida de Arteixo. «Y desde entonces no hemos hecho más que trabajar. Lo más que podemos coger es una semana aprovechando la Semana Santa o unos días en agosto, que es cuando baja más la clientela en este barrio, pero no más».

Este año, ni la Semana Santa. «Y la semana de agosto está por ver». José Manuel lleva poco jubilado, pero sigue en el tajo al lado de su mujer, a la que todavía le faltan años para poder hacerlo. Le gusta el contacto con la gente, pero admite que muchas veces el cuerpo clama por un descanso: «Cuando te vas una semana y te sacas todo esto de la cabeza, el ritmo que llevas todos los días... eso vale muchísimo». Parte de ese placer escaso reside, para él, en levantarse a las diez de la mañana. Y es que el bar abre a las siete. «Fines de semana, festivos, cuando la mayoría de la gente está disfrutando, a ti te toca siempre trabajar». Merela no quiere entrar en tapujos políticos. A pesar de que son, con los deportes, dice, los temas de habitual destripe al otro lado de la barra. Pero le deja un recado a Cifuentes: «Si ella se va de vacaciones, su empresa sigue funcionando igual. La mía, no».

«Os animais comen e producen todos os días. De luns a luns. Aquí non hai nin sábados, nin domingos, nin vacacións, nin nada». David Botana atiende a decenas de vacas en su explotación de Mesía: «Non te podes despexar nunca. Traballas catorce horas diarias. Cando hai que sementar e apañar son aínda máis. Non podes depender dun día libre para nada». Su rutina es la que acompaña a muchos ganaderos con pequeñas explotaciones que no pueden permitirse contratar personal para tomarse un merecido descanso. «Ela ao mellor non se colle vacacións porque non quere -dice sobre Cifuentes-, outros directamente non podemos facelo. Neste oficio farían moita falta, é moitísimo desgaste todos os días. Non tes horario. Non hai forma de desconectar».

Manuel Sánchez se subió al taxi por primera vez hace veintiséis años. Espera clientes a mediodía frente al centro comercial de Marineda. Le preguntamos cuántas veces, en ese cuarto de siglo largo, ha conseguido tomarse un mes de vacaciones. «Ninguno. Me descuadraría las cuentas de todo el año». Un sondeo previo en otra parada, próxima a la coruñesa calle de Juan Flórez, ratifica la sensación del colectivo. «Algunos patrones en este negocio pueden permitírselas, pero el currante se queda sin trabajo o sin pagar las facturas», alegaban allí. 

Días sueltos

«Te vas cogiendo días sueltos cuando puedes, prosigue Manuel, más que nada para coincidir con la familia, sobre todo cuando tienes niños pequeños. Vas trampeando así. Por una parte tienes la ventaja de poder decidir cuándo hacerlo. Pero esos días que paras de producir dejas de recuperar dinero. Y la situación no es tan holgada como para que te lo puedas permitir, y ahora mucho menos que antes».

En muchas pymes estos relatos son autobiográficos. Galicia cuenta con algo más de 215.000 autónomos. Muchos de ellos al frente de pequeñas empresas. «Hay muchos colectivos que no pueden cogerse ni un día. En el pequeño comercio pasa con frecuencia», retrata Rafael Granados, presidente de la Asociación de Autónomos de Galicia. «Sería saludable -dice- que se tomasen vacaciones, porque acumulan un estrés continuo a lo largo del año pero la situación económica no les permite el relax. Deberían valorar qué período del año es más flojo en su negocio y parar unos días ahí. Sería lo deseable». Y no es que no lo deseen. Ni que no les guste su oficio: «Es que hay veces en las que, por subsistencia, no puede ser».