Diez años de Francisco al frente de la Iglesia, el primer papa global de la historia

Valentina Saini VENECIA / E. LA VOZ

SOCIEDAD

Jorge Bergoglio, en el momento de su proclamación como papa Francisco el 13 de marzo del 2013
Jorge Bergoglio, en el momento de su proclamación como papa Francisco el 13 de marzo del 2013 DYLAN MARTINEZ | REUTERS

Bergoglio no ha hecho profundos cambios, pero sí ha aportado un nuevo espíritu

13 mar 2023 . Actualizado a las 15:51 h.

Hace diez años fue elegido papa un cardenal poco conocido fuera de América del sur: Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires. El primero de la historia procedente del Nuevo Mundo, el primer pontífice no europeo en más de 1.200 años. Además, según explica Massimo Borghesi, profesor de Filosofía Moral en la Universidad de Perugia, «Francisco es jesuita, para él la Iglesia es un “hospital de campaña”. Esto significa que está abierta a todos, igual que Cristo murió por todos. La Iglesia no es un club elitista. El camino es el camino de la misericordia, que es eminentemente pastoral. Es el camino de la Iglesia, el mismo que permitió a los jesuitas recuperar, en tres siglos, una parte de Europa que se había pasado al protestantismo. El objetivo es “ayudar a las almas” en la situación concreta a la que el Señor las llama».

Como Argentina es tierra de revolucionarios, una parte de los fieles esperaba una revolución de Francisco. Literalmente, no ha sido así, pero, en opinión de los expertos, aunque el papa venido de «los confines del mundo» no haya hecho una revolución, sí ha cambiado la Iglesia en profundidad. Le ha dado fuerza y vigor.

Borghesi señala que «Francisco heredó una situación eclesial que, en el momento de la renuncia de Benedicto XVI en febrero del 2013, era dramática. Escándalos sexuales y financieros del clero, los Vatileaks: una situación que había llevado el prestigio de la Iglesia a mínimos históricos. Con su testimonio, Francisco devolvió la credibilidad a la Iglesia, él mismo se convirtió en un testigo creíble de Cristo en el mundo contemporáneo».

Francisco eligió ser el papa de los últimos, de los pobres de la Tierra. Pocos meses después de su elección fue a Lampedusa, la pequeña isla italiana que desde hace años es lugar de desembarco de miles de emigrantes que sueñan con llegar a Europa. El pontífice siempre está dispuesto a enviar a su limosnero, el cardenal Konrad Krajewski, para llevar su ayuda material y su afecto a los que sufren, ya sea un sin techo en Roma, un superviviente del terremoto de Turquía o un ucraniano que huye de la guerra.

«Este papa me emociona», dice a La Voz Lucía, pensionista, «me había alejado de la fe, pero gracias a él he vuelto a ir a misa». Luca es un profesional de casi cuarenta años: «No soy creyente, pero siempre escucho con atención lo que dice este papa, porque es un hombre sabio».

Gracias a Francisco, el concepto de diálogo ha vuelto a ser central en la Iglesia. Roberto Catalano, profesor del departamento de Teología, filosofía y ciencias humanas del Instituto Universitario Sophia, observa que «el papa es capaz de relacionarse con el mundo secular con gran facilidad. En muchas visitas se ha reunido con el mundo académico, las clases políticas, los administradores locales, centrándose en cuestiones antropológicas, que tienen al hombre y a la mujer en el centro en este momento histórico».

Pero el diálogo es también diálogo con el Islam, aun sabiendo que «en el mundo islámico hay sensibilidades diferentes», explica Catalano. «De hecho, el papa firmó el documento de Abu Dhabi sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común con una de las autoridades más reconocidas del mundo suní, el Gran imán de Al Azhar el-Tayeb, pero en su viaje a Irak visitó al ayatolá chií al Sistani».

Dispuesto a dar más espacio a las mujeres en la Iglesia, y a reflexionar sobre el celibato, preocupado por el medio ambiente y los desequilibrios entre Norte y Sur, Francisco es el primer papa global de la historia. Y en este sentido, también es un poco revolucionario.

«Un pontífice humilde»

Para Elisabetta Pique, periodista argentina, amiga y biógrafa de Jorge Bergoglio desde cuando era arzobispo de Buenos Aires, el principal cambio que ha aportado Francisco ha sido su visión de una Iglesia inclusiva. «No para unos pocos y perfectos, sino también para los heridos de hoy: homosexuales, trans, divorciados, vueltos a casar y, sobre todo, una iglesia que tiene que ocuparse de los últimos, los descartados, los migrantes, los pobres, los ancianos».

«Es un papa cercano, que no es más ese papa rey, sino un papa simple, auténtico, humilde, y creo que ese es el gran cambio de este pontificado», añade Pique.

Austen Ivereigh, periodista británico, escritor, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Oxford y autor de The Great Reformer (El gran Reformador), una biografía sobre Bergoglio, y muy cercano al pontífice, señala que el gran cambio inducido por Bergoglio ha sido el de «la cultura interna de la Iglesia, de su modo de proceder. La iglesia es ahora un rostro mucho más de ternura, de acogida, de misericordia» y ha puesto el énfasis en cuestiones como «las personas que sufren, en las periferias».