Qué son los anabolizantes SARMS y por qué es peligroso utilizarlos

Tamara Montero
Tamara Montero SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Guardia Civil

La Guardia Civil ha desmantelado un laboratorio ilegal que fabricaba y distribuía anabolizantes no aprobados por las agencias sanitarias y que provocan toxicidad hepática y ataques cardíacos y cerebrales

04 jun 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Aparecieron hace unos diez años, puede haber entre 15 y 20 diferentes y, aunque su uso no ha sido aprobado ni por la FDA ni por la EMA porque no se han completado los ensayos necesarios, se fabrican y distribuyen de manera ilegal prometiendo los mismos efectos que los anabolizantes clásicos (mejora de la masa muscular y ósea) sin tantos efectos secundarios, a pesar de que los tiene, y graves. Son los moduladores selectivos de los receptores de andrógenos, los conocidos como SARMS, que sí, han llegado al deporte y además a todos los niveles, porque en el deporte aficionado el uso es descomunal».

Quien lo explica es Pedro Manonelles, director de la cátedra internacional de medicina deportiva de la UCAM y que «lamentablemente, sí», está muy familiarizado con estas sustancias, de las que se están investigando las posibilidades de uso para diferentes enfermedades, que «es una vía muy habitual de entrada de sustancias en el mundo del dopaje. Ninguno de los SARMS, y hay muchos, ha sido aprobado para uso clínico», remarca el especialista en medicina deportiva.

Su venta no es legal ni como suplemento ni como medicamento, pero es muy sencillo comprarlos. «Vas a Internet y encontrarás una oferta inimaginable. Compras uno y en dos días lo tienes en tu casa, te lo trae un mensajero en un sobre», dice Manonelles. La Guardia Civil desmantelaba hace unas semanas un laboratorio ilegal de SARMS, cuya web reza ahora que «lamentablemente, hemos cerrado nuestra empresa», pero son muchas las webs que ofertan estos productos, algunas incluso con notas que advierten de que no está aprobado su uso en humanos. 

¿Por qué estas nuevas sustancias? Lo explica su propio nombre: son moduladores selectivos de los receptores de andrógenos y la clave está en selectivos, que es lo que los diferencia de los anabolizantes clásicos. Los esteroides androgénicos son sustancias que funcionan cuando hay receptores en órganos diana, y por eso tienen tantos efectos en todo el organismo. Los SARMS actúan «sobre unos receptores que en principio serían menos ampliamente distribuidos en el organismo. Lo que tratan de buscar es reducir los posibles efectos secundarios», explica Miguel Ángel Martínez Olmos, jefe de endocrinología del CHUS. 

Es decir, servirían para «mejorar sus efectos sobre el metabolismo óseo y muscular sin afectar a otros tejidos, como pueden ser como la próstata, o afectar a las arterias». Pero existen efectos adversos, y además muy graves. La FDA ha recibido de alertas sobre ataque cardíaco, ataque cerebral también sobre efectos sobre el estado mental, toxicidad hepática y la posibilidad de afectar a otras glándulas endocrinas, explica Martínez Olmos.

El peligro radica además en que no se ha establecido una dosis, ni la posible interacción con otros medicamentos, ni precauciones, ni si pueden favorecer la aparición de otros trastornos, como el cáncer. No hay todavía una investigación establecida ni evidencia suficiente sobre la seguridad, y mientras hay personas que los toman sin ningún control sanitario, lo que es un factor multiplicador del riesgo, alertan los profesionales médicos.  

De hecho, la FDA avisa de que «dirigidos a adolescentes y adultos jóvenes, los vídeos en plataformas de redes sociales promocionan a los SARMS como una manera rápida o fácil de mejorar la apariencia física, ganar masa muscular o aumentar el rendimiento atlético» y sin embargo, no están aprobados por la agencia y además, «son potencialmente peligrosos».

La agencia estima que reciben menos notificaciones de efectos adversos de los que realmente se están produciendo porque al no ser medicamentos aprobados, «los consumidores pueden ser reacios a notificar efectos adversos», puede que ni siquiera sean conscientes de que los síntomas son a causa de los SARMS o que ni siquiera sepan que se pueden notificar esos efectos. 

«En cuanto tú les preguntas si toman algo, te dicen que no, porque interpretan que les estás preguntando por medicación. Pero suplementos, sí: proteínas, glutamina, creatina... El uso de suplementos  nutricionales está extraordinariamente extendido» y cualquier deportista podría ser usuario de los SARMS, porque «tampoco tienen un sentido profundo del conocimiento del dopaje», dice Manonelles, que afirma que «es posible que algunos se dopen inadecuadamente» por esa falta de conocimiento. 

«Yo creo que no son totalmente conscientes» del riesgo que supone utilizar sustancias como los SARMS, dice Martínez Olmos. «Saben que están corriendo cierto riesgo, porque son sustancias que están fuera de los circuitos sanitarios, pero creo que no son totalmente conscientes de los peligros graves para la salud que pueden implicar».

El jefe de endocrinología del CHUS coincide con el director de la cátedra de medicina deportiva en que hay también personas que toman suplementos y medicamentos aconsejados por «profesionales que no están cualificados para eso». En el servicio de Martínez Olmos sí se ven este tipo de casos y «hay que tener un alto índice de sospecha en la clínica, porque en muchas ocasiones las personas que lo utilizan no lo van a contar, entre otras cosas porque saben que los están tomando fuera de una indicación clínica». 

Lo que no puede constatar es un incremento en el número de casos llamativo. «Quizá lo que cambia es la introducción de nuevas sustancias, pero ya lo veíamos con anterioridad». 

«En Estados Unidos, el negocio de los suplementos nutricionales influye en el PIB y aquí está empezando a pasar lo mismo», alerta Manonelles. Su universidad está desarrollando una agencia de certificación y acreditación nutricional y su investigación los ha llevado a constatar que hay «infinidad de fábricas, de productos y de marcas y si existen es que tienen mercado. Nos imaginábamos que era muy numerosa, pero la aceptación y el uso por parte de la población es mayor del que pensábamos», reconoce.