Los relojes inteligentes pueden predecir el párkinson con años de antelación antes del diagnóstico

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Tratamiento de pacientes con tumor esencial de párkinson en el CHUS de Santiago
Tratamiento de pacientes con tumor esencial de párkinson en el CHUS de Santiago ANA VARELA

Un estudio que registró durante años los movimientos de más de 100.000 personas con acelerómetros incluidos en estos dispositivos revela que se trata de una herramienta para el cribado poblacional

04 jul 2023 . Actualizado a las 09:19 h.

El párkinson suele diagnosticarse de media a los 65 años. Es cuando empiezan a manifestarse los síntomas: temblores, dificultad al moverse o caminar, pérdida de olfato, problemas de sueño, estreñimiento... Pero el proceso neurodegenerativo comienza mucho antes, incluso 20 años antes de que se manifieste. Pero no es fácil detectarlo con antelación de forma fiable, ni con pruebas genéticas ni biológicas.

Podría, sin embargo, existir otra alternativa más cómoda y menos complicada: la medición de los movimientos espontáneos de la mano dominante con un simple acelerómetro. Es un dispositivo que se encuentra en los relojes y pulseras inteligentes o mismo en las aplicaciones de teléfonos móviles. Esta fue la táctica que utilizó un equipo de investigadores de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) que analizó los patrones de acelerometría recogidos durante varios años a un grupo de más de 100.000 pacientes elegidos aleatoriamente de entre el más de medio millón pacientes registrados en el biobanco británico UKBB.

Quería demostrar si esta estrategia podría ser considerada como un biomarcador relevante para el diagnóstico temprano de la enfermedad en la población general para detectarla con años de investigación. Su conclusión, recogida en la revista científica Nature Medicine, demuestra que los datos de movimiento y de calidad de sueño procedentes de acelerómetros portátiles puede ayudar a identificar la enfermedad de forma precoz.

De hecho, proponen esta herramienta para determinar personas con riesgo de desarrollar la enfermedad neurodegenerativa, lo que, a su vez, podría seleccionar a los candidatos a participar en ensayos clínicos con tratamientos neuroprotectores. Sería, además, una alternativa barata y no invasiva para identificar tempranamente la patología.

A día de hoy el párkinson no tiene cura, pero si se detecta a tiempo sí se podría ralentizar el proceso y aumentar la calidad de vida de los afectados.

«En el entrenamiento de nuestro modelo hemos dado prioridad a la sensibilidad frente a la especificidad, creando así una herramienta de cribado más que un sustituto de diagnóstico clínico», aseguran los autores en el estudio. Esto significa que el test detecta si existe un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad, lo que no quiere decir que el afectado vaya a sufrirla.

«Nuestros resultados —añaden los investigadores— sugieren que la acelerometría recogida con dispositivos portátiles en la población general podría ser utilizada para identificar a aquellos con un riesgo elevado de padecer párkinson a una escala sin precedentes y, lo que es más importante, permitiría que los individuos que probablemente la desarrollen en los próximos años puedan ser incluidos en estudios para tratamientos neuroprotectores».

Los patrones alterados en la acelerometría no se encuentran en ninguna otra patología neurodegenertiva, por lo que el test sería algo propio para el párkinson.

«Otra observación destacable del estudio es la comprobación de que el sueño se encuentra más deteriorado en pacientes parkinsionanos, los cuales se levantan de la cama durante la noche con mayor frecuencia que la población general», señala en una reacción recogida por SMC España el investigador José Luis Lanciego.

Con modelos de aprendizaje automático entrenados con la información recogida por los dispositivos de movimiento, los autores descubrieron que esos datos permitían identificar la enfermedad de Parkinson mejor que los marcadores clínicos comúnmente utilizados, como los derivados del estilo de vida, la genética, la bioquímica sanguínea y los síntomas reportados por el paciente.

En concreto, observaron que los patrones relacionados con la velocidad del movimiento y la calidad del sueño se asociaban a un futuro inicio de la enfermedad.

Descubrieron que la ralentización de los movimientos de una persona se producía varios años antes del diagnóstico de enfermedad, y que los problemas de interrupción del sueño eran más frecuentes en las personas que terminaron siendo diagnosticadas de párkinson que en los que padecieron otros problemas neurodegenerativos y de movimiento.

En cuanto a las ventajas de que una persona descubra varios años antes que es muy probable que en el futuro sufra la enfermedad, el catedrático de Fisiología de la Universidad de Sevilla José López Barneo destacó a SMC España que el estudio es «muy interesante y valioso desde el punto de vista científico» porque ayudaría a conocer mejor la patogénesis de la enfermedad y a probar la eficacia de nuevos medicamentos protectores.

Sin embargo, dado que todavía no hay ningún tipo de fármaco para prevenirla, «no queda claro que ello aporte ventaja alguna al futuro paciente. Es un tema que tiene implicaciones éticas importantes».