Sabucedo revivió el rito ancestral de la rapa con las «bestas» un punto más bravas

Javier Benito
javier benito A ESTRADA / LA VOZ

SOCIEDAD

Los «aloitadores» bregaron en el curro con la fortaleza de las reses y el calor

09 jul 2023 . Actualizado a las 19:25 h.

El curro rebosaba con 1.500 personas encajadas en las gradas en un Tetris gigante y multicolor, con gafas de sol, sombreros o gorras, incluso alguna que otra camiseta sobre la cabeza, complementos imprescindibles para sobrellevar la sensación térmica que se vivía este domingo en Sabucedo. El mercurio apenas superaba veinte grados pero en ese círculo imperfecto subía más, dentro de ese ecosistema impermeable al paso de los siglos, donde se recrea la rapa das bestas, este año un punto más bravas, tan escurridizas como de señorial estampa.

 A los aloitadores les tocó emplearse a fondo ante un público que entremezclaba el aplauso más febril con el grito asustado cada vez que algún ejemplar lograba voltear a sus captores. Más de 240 caballos bajaban de los montes hasta el cierre de Cataroi, de donde llegaron a la carrera a un curro en silencio sepulcral pocos minutos después del mediodía. Tocaba entonces a las nuevas generaciones, que llevan el ADN Sabucedo tatuado en sus genes, retirar a los potrillos a un pequeño establo.

Salían a la arena entonces esos gladiadores sin coraza ni lanza, donde inteligencia, aprendizaje y pasión se convierten en armas poderosas para batallar con sus hermanos, esos hijos del viento que tanto aman. Son familia, si importar nada más que el mutuo respeto. Y el mimo a esas bestas, una estirpe única en Europa que campa a sus anchas en montes, ahora en peligro ante la amenazada de cuatro parques eólicos.

Al profano le sorprende la capacidad para domeñar a animales de 350 kilos con solo la fuerza de los brazos. Al avezado con más rapas le sigue maravillando esa coreografía perfecta de alotaidores, dos en tenaza sobre la testuz, ojos virados al negro, y el veterano atornillado a la cola para inmovilizar al equino. Solo segundos requieren para desparasitar y cortar las sedas, sanidad y peluquería exprés a la par.

La rapa mantiene una cadencia casi musical, con momentos álgidos como el salto desde el muro para caer sobre el lomo o un garañón a dos patas demostrando a la manada quién manda. O con un dron intruso sobre el curro, donde hubo menos magulladuras y golpes, con 17 atendidos entre quienes aloitaron medio centenar bestas. Este lunes toca el último combate al mediodía.