Depardieu, entre el monstruo y el mito, divide a la cultura francesa

Marta Otero Torres
marta otero LA VOZ

SOCIEDAD

Los artistas piden que no se borre su trabajo por los supuestos abusos sexuales, mientras el movimiento Me Too exige responsabilidades

30 dic 2023 . Actualizado a las 09:05 h.

Otros pasaron por lo mismo antes que él. Plácido Domingo, Woody Allen, o, mucho más atrás, Michael Jackson. Cuando las acusaciones de abusos sexuales planean sobre la cabeza de un artista reconocido, el dilema sobre la vigencia y el valor de su trabajo vuelve a la palestra. ¿Debe afectar el juicio moral a una carrera que ha dejado grandes momentos en la gran pantalla?

La respuesta divide a la sociedad, en este caso a la francesa. Gérard Depardieu, de 75 años, ha sido acusado por trece mujeres de violencia sexual durante los rodajes de once películas entre 2004 y 2022, según medios franceses. La actriz francesa Hélène Darras le denunció hace poco por agresión sexual en la película Disco, de 2007. Asegura que un «ingobernable» Depardieu le propuso ir a su camerino y que su negativa, no impidió que el actor siguiera «manoseándola». A las dos acusaciones por violación que pesan sobre el actor se sumó hace unos días otra más de la periodista y escritora española Ruth Baza, que lo acusó de haberle penetrado con los dedos mientras le realizaba una entrevista para el segundo número de la revista Cinemanía en 1995. En una carta publicada por el diario francés Le Figaro el actor negaba toda culpa en los casos de abusos. «Nunca, absolutamente nunca, he abusado de una mujer», escribió Depardieu, protagonista de decenas de películas y Globo de Oro al mejor actor por su papel en Matrimonio por conveniencia.

Pero la reciente publicación de un documental con comentarios sexistas cayó como una bomba atómica sobre la imagen pública de uno de los actores míticos del cine francés. En la cinta, Depardieu denigra a las mujeres con comentarios obscenos y misóginos como que «a las mujeres les encanta montar a caballo. Su clítoris roza la silla. Disfrutan mucho. Son unas zorras». En otro pasaje del vídeo indica a una joven coreana que pesa 124 kilos. Y mientras le toca el hombro izquierdo le espeta: «espera, que ahora no estoy en erección. En erección son 126».

Las declaraciones provocaron una oleada de indignación en gran parte de la sociedad, representada por el movimiento Me Too, a través del cual las mujeres rompen su silencio para denunciar casos de abusos que han estado ocultos a veces durante décadas.

Pero cuando parecía que el mito se tambaleaba, el presidente de la nación Emmanuel Macron, salió en su defensa y se negó a retirarle la distinción de la Legión de Honor. «Hay una cosa en la que no me verán nunca, y es en las cacerías al hombre. Lo detesto», aseguraba, y añadía que Depardieu «hace orgullosa a Francia».

Y no solo eso. Más de 50 personalidades del mundo de la cultura como las intérpretes Carole Bouquet, Victoria Abril o Charlotte Rampling; cantantes como Jacques Dutronc y Carla Bruni y guionistas como Nadine Trintignant publicaron una tribuna en la que denunciaron lo que consideran un «linchamiento» mediático contra Depardieu.

Varias asociaciones feministas no han tardaron en responder. «La tribuna de la vergüenza», afirmó en X la presidenta de #MeTooMedias, Emmanuelle Dancourt; mientras que el colectivo Osez le féminisme! compartió a través de sus redes sociales que «los que odian son quienes acusan a las víctimas de ser las autoras, para silenciarlas mejor».

Precisamente una de las firmantes de la carta a favor del actor, Victoria Abril, también veía tambalearse su reputación al ser acusada por otra actriz, Lucie Lucas, de «numerosos ataques, incluidas agresiones sexuales» a compañeros de la profesión. Aunque días después matizaba: «Lo que me gustaría denunciar es que existe un sentimiento de impunidad total entre algunas personas, en particular entre las personas de la generación de Gérard Depardieu y Victoria Abril —a los que tildó de ‘boomers degenerados'—, que se permiten tiranizar conjuntos enteros y comportarse de maneras que no son admisibles, o incluso ilegales».

«En privado, con sus hijos, es alguien sumamente modesto, delicado, y hasta mojigato»

La imagen empañada de Gérard Depardieu parece ser otra diferente cuando quien habla es su familia. Tras las últimas acusaciones, sus hijos —Julie, Roxane y Jean—, su sobrina Delphine y su exmujer, Elisabeth, firmaron una columna en Le Journal du Dimanche en la que aseguran que «en privado, con sus hijos, (el actor) es alguien sumamente modesto, delicado y hasta mojigato», y dejan caer que al intérprete «le gusta jugar a la provocación ante las cámaras».

Toda su familia le defiende, y asegura que es víctima de una «conspiración sin precedentes» y de la «monstruosa manipulación de un periodista que no dudó en hurgar en la basura», en referencia al polémico documental en el que llama zorras a las mujeres. Eso sí, no comparten teste tipo de comentarios, dicen estar «conmocionados» y reconocen que muy a menudo les sorprenden las palabras del actor. Confiesan que Gérard «es grosero, descarado, pesado a veces, ¡pero no violento!». La familia considera que esta forma de ser del actor, dominada por sus excesos y su libertad de palabra, es lo que realmente más gustaba al público, «un perfil que se alentaba para hacer reír a la gente en el cine y en los platós».

Sus hijos, sobrina y exmujer le disculpan. Recuerdan que en su momento pidió perdón, insisten en que «hacer daño no es su intención» y piden que cese «la confusión entre palabras y acciones» y que no se utilicen provocaciones verbales para sustentar otras acusaciones muy deshonestas».