Tres generaciones en el fulión: «Éncheseme o peito vendo aos netos bailar e tocar»

María Cobas Vázquez
María cobas OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

La familia Domínguez forma parte del fulión de Mourela pra acá.
La familia Domínguez forma parte del fulión de Mourela pra acá. LOLITA VÁZQUEZ

José Domínguez transmitió a sus descendientes la pasión por el entroido

14 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«O que se herda non se compra». Al dicho popular recurre José Domínguez para explicar su pasión por el entroido (que en Manzaneda se llama entrudio), esa que él mamó desde niño de mano de su padre y que, junto a su mujer, María Inés Domínguez, ha conseguido legar a sus tres hijos (Elías, José y Nuria) y a sus cuatro nietos (Brais, Anxo, Iago y Mario). Tres generaciones de una misma familia que siguen disfrutando del fulión (aquí con u en lugar de la o que lleva la palabra en otras zonas) siempre que pueden. Ayer mismo se volvieron a reunir para salir con el fulión da Mourela pra acá.

Mourela es el río que divide Manzaneda en dos, así que en el pra acá entran los vecinos de Cernado, Palleirós, Raigada, Bidueira, San Miguel, Requeixo, Placín y Trabazos. José es de Palleirós (donde vive la familia) y su mujer de Placín, así que el entrudio forma parte de su día a día desde niños. «De rapaciño recordo estar empezando a comer o caldo, que era o que se ceaba daquelas case todos os días, e en canto sentía soar o bombo marchar correndo a unirme ao fulión», señala. «Moito me gustaba ir», relata. Y a su progenitor: «O de meu pai era tremendo». Ese amor por la tradición la conservan sus hijos. «Lévano no sangue, aquí o entroido vai no sangue», resalta Domínguez.

Ayer no pudieron estar todos. Nuria vive en Madrid y el trabajo no le permitía desplazarse, como tampoco pudo trasladarse José desde Ourense. Más fácil lo tuvo Elías, que pudo realizar sus trabajos en la granja a tiempo para ir hasta Manzaneda. A sus 49 años, dice que la primera vez que salió tocando el bombo fue con apenas cinco años. «Isto vai con un, era a festa que había», relata. Y desde entonces. De hecho sus hijos no se han perdido un folión. Anxo, de 8 años, formó parte del folión cuando todavía estaba en el carrito. A él le gusta bailar, ya hace tres entroidos vistiéndose de mázcara. De hecho, su primer pucho ya se la ha quedado pequeño. Su hermano Brais, de 13, hace tiempo que se dejó de bailar para pasarse al bombo, como su padre.

Su mujer ya no toca, pero es la primera que echa una mano para enmazcarar, es decir, ayudar a alguien a vestirse de mázcara. Es todo un ritual que incluye ponerse camisa, mantón, guantes, pantalones, calzón, polainas y chocas. En la mano, un caxato y en la cabeza un pucho.

Aunque ayer no pudo ser, los Domínguez ya vivieron su propio entrudio en familia, como todos los años. Fue el día 2, la víspera de la Festa das Candelas en Palleirós, y hasta la aldea fue la Mourela pra acá. «Estiveron os tres fillos e os catro netos», señala José. El mayor sigue viviendo la celebración con auténtica devoción. «Eu deixo o que sexa polo fulión», dice. Ya no baila. «Bailei moito, pero agora xa non», dice. Está esperando una operación de rodilla «e os anos están encima», así que lo dejó. Tampoco toca el bombo porque las cervicales se resienten. «Eu toco a aixada por acompañar. E vou», dice. El sábado estuvo por la mañana en Vilariño de Conso y por la noche había visita de los de Bidueira a Requeixo y no quiso perdérselo. Y eso que el domingo tocaba Viana do Bolo (y no faltó). El martes de entroido, en todo caso, es una fecha especial porque ese día es el desfile en Manzaneda. Los de la Mourela pra acá compartieron recorrido con los otros dos de Manzaneda: Cesuris y San Martiño; además de con varios folións más de A Pobra de Trives y Vilariño de Conso.

A sus 75 años, José recuerda cuando los bombos escaseaban, así que había unos cuantos que eran del pueblo y se iban pasando de generación en generación. De hecho, todavía hay dos en mano común que él guarda en su casa a disposición de quien los precisa, porque en la suya todos tienen uno propio. «Agora case todo o mundo ten un de seu», señala. En su casa, él se encargó de regalárselos a todos sus descendientes. Su mejor inversión: «Éncheseme o peito vendo aos netos bailar e tocar».