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Las ventajas de monitorizar el viñedo

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

MARTINA MISER

Viniot diseña un sistema que mediante una imagen multiespectral permitirá saber si la uva está madura o afectada por una enfermedad

17 abr 2023 . Actualizado a las 10:41 h.

Hace ya tiempo que muchas bodegas han incorporado tecnologías como la inteligencia artificial o el Big Data a la gestión de sus viñedos. Drones que nos dicen cuándo se debe vendimiar o sensores que avisa de en qué momento es mejor aplicar tratamientos fitosanitarios son algunos de los avances que ya se están utilizando. Sin embargo, toda esta tecnología no está llegando también a los pequeños viticultores, que en Galicia son mayoría. Por eso hace ya unos años se puso en marcha Viniot, un proyecto de investigación transnacional que pretendía diseñar una red de sensores que ayudara al viticultor a tomar decisiones sobre el viñedo. El prototipo está ya listo y permite obtener información sobre el grado de maduración de la uva, a través de su contenido en azúcares, las enfermedades o el estrés hídrico que afecta a la planta.

«La tecnología está ahí y es importante para el sector agrario», cuenta Emilia Díaz, técnica de viticultura en la Estación de Viticultura de Galicia (Evega), que fue una de las entidades que colaboró en este proyecto. «El reto era desarrollar una red de sensores basados en el Internet de las cosas que pudieran procesar gran contenido de datos y que también fuesen lo más económicos posibles», añade. Solo así, con una tecnología sencilla y asequible, se podría llegar a las pequeñas y medianas explotaciones.

Santi M. Amil

El proyecto estuvo coordinado por el centro tecnológico Aimén y en él participaron la Axencia Galega da Calidade Alimentaria (Agacal) y la Fundación Empresa Universidade (Feuga). También, el gobierno de la Rioja, asociaciones de Portugal y diversos centros de investigación de Francia, los otros dos países que colaboraron en esta iniciativa. El presupuesto rozó el millón y medio de euros.

Maduración y plagas

La investigación comenzó con la colocación de una serie de sensores en las parcelas a estudio, para poder medir el estrés hídrico al que se enfrenta el viñedo. La segunda pata del proyecto era tomar imágenes multiespectrales que ayudaran a determinar si la uva estaba en su punto óptimo de maduración o si alguna enfermedad estaba atacando al viñedo. «Nosotros nos hicimos cargo de la parte de la maduración», cuenta Díaz. Las uvas que se producían en las parcelas a estudio eran llevadas al laboratorio, donde se analizaban todos los parámetros que determinaban su grado de maduración. Ahí, los responsables de Aimén tomaban imágenes espectrales para determinar «qué banda espectral se correspondía con esa fase de la maduración», añade la investigadora. Los trabajos se realizaron, en primer lugar, solo con uvas individuales y, más adelante, con racimos completos.

Con toda esta información «se desarrolló un modelo que permite determinar el contenido en azúcar de la uva», asegura. Y eso permitió el diseño de un prototipo que relaciona esas imágenes espectrales con el grado de madurez que puede tener la fruta. Esta parte de la investigación también se desarrolló en los institutos de Francia y Portugal. En el primero de estos países, los investigadores se centraron también en utilizar este mismo sistema para la detección de enfermedades. «Se centraron en la Flavescencia dorada para relacionar los síntomas que presenta el viñedo cuando está afectado por esa plaga con las imágenes multiespectrales», asegura la investigadora. En cuanto a la parte de los sensores, estos permitieron adquirir datos de forma continuada y desarrollar un método para detectar el estrés hídrico en las plantas.

Más financiación

Para Díaz, el proyecto «se quedó corto para conseguir su finalidad última, pero se ha avanzado mucho», sostiene. Porque, además de la propia investigación, Viniot ha permitido organizar varias jornadas para la difusión de todas las tecnologías que existen actualmente y de las que se pueden beneficiar los viticultores, como los sensores o las imágenes multiespectrales. «También se creó un hub para la difusión del servicio y se realizaron demostraciones en los viñedos», explica. Aún así, reconoce que «se necesitan más años de trabajo» para conseguir que toda esta tecnología sea asequible para los viticultores más pequeños. «Habría que seguir estudiando, mejorar el sistema y poder aplicarlo en más variedades de uva, porque en Galicia solo se hizo con Treixadura y Mencía, y no todas se comportan igual», sostiene.

Cuando el sistema esté completo, los viticultores dispondrán de mucha más información a la hora de tomar decisiones como la vendimia o la aplicación de fitosanitarios. «Facilitará mucho las cosas a las explotaciones, pero no será sustituto de la visión del técnico dentro del viñedo. Le ayudará a tomar decisiones, pero no eliminará su figura», concluye esta investigadora.