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Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, bodeguero: «Rías Baixas es una joya y no se le debe pedir más de lo que puede ofrecer»

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

Cedida

Sus albariños Pazo Barrantes y La Comtesse están entre los más cotizados, y el primero de ellos fue elegido el mejor del mundo por la revista Wine & Spirits

21 feb 2024 . Actualizado a las 12:59 h.

Si de algo presume Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga, conde de Creixel y barón de la Pobadilla, es de sus orígenes gallegos. Y de familia. «Mi madre era de Vigo y mi padre, aunque nació en Madrid, tenía a toda su familia en Pontevedra. Mi sangre es casi toda gallega», asegura. También, por supuesto, de vinos. De haber situado a los riojas de Marqués de Murrieta y a los Rías Baixas de Pazo Barrantes entre los mejores vinos del mundo, tal y como corroboran las más prestigiosas publicaciones especializadas. Dice que la albariña «es la mejor uva blanca del mundo, una joya» y que, como tal, hay que tratarla. Por eso sus vinos tardan ya entre tres y seis años en salir de la bodega.

—Hay muchas bodegas de Rioja que han desembarcado en Rías Baixas, pero su historia no es exactamente esa, ¿verdad?

—Hay muchos bodegueros de Rioja que se han trasladado a Rías Baixas en busca del albariño y mucha gente cree que nuestro caso es el mismo. Es al contrario. Nuestros orígenes están en Galicia y, de ahí, mi padre compró una bodega en Rioja, Marqués de Murrieta. Desde el 1511 mi familia estuvo vinculada al Pazo de Barrantes, aunque la bodega actual la construimos en 1991. Julia Becerra Malvar fue mi bisabuela, la impulsora del mercado, del colegio... en Barrantes la conocen como la condesa buena. Se casó con Vicente Sagarriga, conde de Creixell y barón de la Pobadilla, de quien mi padre, Vicente Cebrián-Sagarriga, heredó los títulos. También le tocó en herencia el pazo y la finca y, por aquel entonces, no se dedicaba al mundo del vino. Aunque es cierto que el pazo siempre estuvo vinculado con el albariño, porque había varios pagos con esa uva, algunos plantados entre 1940 y 1950. Siempre elaboró vino, pero no a nivel comercial, sino por afición y para regalar. En octubre de 1983 le ofrecieron la posibilidad de comprar una de las bodegas emblemáticas de Rioja, Marqués de Murrieta. Y cuando la compra empieza a pensar que, estando situado de forma histórica en Rías Baixas y ahora que la denominación está empezando, es el momento de transformar también esa finca, plantando albariño. El primer pazo de Barrantes que salió al mercado con etiqueta fue el de la añada de 1991.

—Usted llega a este proyecto en el año 96.

—Cuando mi padre falleció, mi hermana Cristina y yo nos hicimos cargo de las dos bodegas y concentramos nuestra vida profesional en ellas. Actualmente, vendemos el 70 % de lo que producimos fuera de España y nuestro albariño está en más de cien países, acompañando a Marqués de Murrieta. Pero hemos cambiado todo el proyecto del año 91, le hemos dado un vuelco a nivel conceptual. En Rías Baixas nos hemos concentrado en ser una bodega con crianza.

—En el 2018 tomó la decisión de paralizar las ventas de Pazo Barrantes y reformular el proyecto.

—En la vendimia del 2018 decidí que iba a ser la última que elaborábamos bajo los procesos que hacíamos desde el año 91. Ya entonces éramos los últimos que salíamos al mercado, porque pasábamos cuatro meses construyendo con tranquilidad el vino en botella. Sabía, por mi experiencia, que el albariño tenía más recorrido y que no le estábamos dejando expresar todo su potencial, porque para mí es la mejor uva blanca del mundo. Así que decidimos que la íbamos a dar una crianza de tres años antes de salir al mercado. Cambiamos todo, botella, etiqueta... y fue una apuesta arriesgada porque entonces estábamos posicionados en todos los restaurantes. Pero la añada del 2019 salió después de estar un año en bodega, la embotellamos en el 2020, y pasar dos años más en botella, porque no salió al mercado hasta finales del año 22. Y, poco a poco, lo estamos alargando más, porque la del 2021 todavía no ha salido el mercado. Estamos haciendo un albariño serio, del que un 15 % pasa seis meses en barrica. Y también reducimos la producción en un 50 % y lo vendemos en botellas numeradas. Es un vino del que hacemos cien mil botellas que vendemos por cupos. Lo vendemos todo en un día.

—Todavía tienen otro albariño de más larga elaboración.

—La Comtesse, es un vino de madera que pasa tres años en bodega y otros tres en botella. Se elabora en madera de roble francés y depósitos de hormigón y, ahora mismo, estamos vendiendo la añada del 2018. La uva proviene del pago de albariño plantado hace 90 años y se vende a 250 euros la botella en los restaurantes. Solo elaboramos cinco mil botellas. Es un vino que le dediqué a mi madre, la condesa de Creixel, una persona de una sencillez e integridad increíble a la que le dedico este vino porque es tan maravilloso como ella.

—Parece que todo el esfuerzo que han hecho ha merecido la pena, visto los reconocimientos.

—Pazo Barrantes acaba de ser elegido como el mejor albariño del mundo por una de las revistas más importantes del mundo, Wine & Spirits. Wine Spectator, otra publicación, situó a este mismo vino en el top cien de los mejores del mundo. Y Decanter ha elaborado un top diez de los mejores vinos de España y ha elegido La Comtesse. Después del esfuerzo personal y económico que hemos hecho, de esperar tres y seis años para sacar estos vinos, estamos muy contentos. Al final, los premios te recargan las pilas y te indican que vas por el buen camino y que todo el esfuerzo por posicionarnos en lo más alto de Rías Baixas ha merecido la pena. En el camino se ha quedado mucha producción y hemos estado tres años de vacío en los mercados. Por eso hemos hecho una política de precios diferentes y nos hemos metido en un proyecto de búsqueda del lujo absoluto, que yo creo que es donde tiene que estar la uva albariña.

—En Galicia, y en España en general, ¿cobramos poco por nuestros vinos?

—Ese es el gran esfuerzo que tenemos que hacer. En España no estamos por debajo de Francia o de Italia en temas de calidad, todo lo contrario. Lo que sí que estamos por debajo es en precio y ese debe ser nuestro objetivo. Ahora, Francia e Italia para llegar allí se han dejado la piel. Rías Baixas es una joya y hay que cuidarla y no se le puede pedir más de lo que puede ofrecer. Independientemente de que puede haber proyectos basados en la cantidad, debemos ser muy prudentes a la hora de crecimientos desmedidos. Si analizamos la evolución de esta denominación de origen en términos cualitativos, se ha multiplicado por tres o por cuatro en los últimos años. Está bien, pero hagamos todo despacito y bien. Pasa como con las rías gallegas, no se trata de esquilmar, tenemos que cuidar los activos que tenemos.

«Queremos plantar ahora para poder usar esa uva dentro de quince o veinte años»

Tras haber reformulado el concepto del albariño Pazo de Barrantes, ahora le toca el turno a la bodega. En los próximos meses arrancarán unas obras que permitirán renovar por completo la instalación. También hay planes para efectuar nuevas plantaciones. Y, aunque reconoce que está centrado en Rías Baixas, no desmiente su interés por otras zonas de Galicia, sobre todo, de tintos. «Siempre estamos abiertos a ver y a escuchar cosas», asegura el presidente de Marqués de Murrieta y Pazo Barrantes.

—¿Cuáles son sus próximos planes para Pazo Barrantes?

—Hemos hecho una bodega en Rioja, que está entre las más modernas de Europa y ha sido una inversión muy grande. Ahora queremos traer eso aquí, a Pazo Barrantes y transformar toda la bodega. Vamos a tirarla toda para hacer un proyecto de vino exclusivo, con depósitos de hormigón y madera. Pero, para eso, voy a tener que hacer otra bodega adicional en la que poder elaborar los albariños mientras la otra está en obras. La idea es mantener luego las dos, una más funcional y otra más espectacular. Ahora estamos en ese proceso, buscando donde vamos a elaborar las añadas del 2025 y 2026. Estamos estudiando diferentes posibilidades de compra o de hacer una nueva. Es una inversión que tenemos pendiente y que vamos a realizar ya. Queremos seguir apostando por Rías Baixas y por Pazo Barrantes, pero adaptados a las nuevas tecnologías que nos ayuden a mejorar la calidad. Estamos buscando algo lo más cercano al pazo posible. También seguimos buscando posibilidades para comprar viñedos, pero con tranquilidad. Nosotros queremos plantar ahora porque no usaremos esas uvas hasta dentro de quince o veinte años.

—¿Cómo cree que se están haciendo las cosas en Galicia en el mundo del vino?

—Creo que en Galicia se está abriendo un campo maravilloso con los tintos. El eje del tinto en el futuro pasa por Galicia, por las condiciones climáticas. El futuro va a ser fantástico a corto plazo, con un potencial cualitativo enorme y las cosas se están haciendo fenomenal. Hay que ir con calma, poco a poco, y yo creo que así se pueden hacer proyectos maravillosos.

—¿Tiene algún interés por invertir en otras zonas de Galicia?

—Por ahora estamos centrados en el proyecto de Rías Baixas y en Pazo Barrantes, pero siempre estamos abiertos a ver y a escuchar cosas.