Patrocinado porPatrocinado por

¿Cómo pudo el ganadero condenado de Castro de Rei infectar la brucelosis a sus vacas?

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

GANADERÍA

Vacas en una explotación de ganado vacuno.
Vacas en una explotación de ganado vacuno. MARCOS CREO

El fallo del Supremo que lo condena, ya que pretendía cobrar más de 100.000 euros por la compensación, recoge el exhaustivo control de la Xunta en materia de sanidad animal

10 abr 2023 . Actualizado a las 21:04 h.

Un brote de brucelosis como el registrado en Castro de Rei en el año 2012, que acabó con un ganadero condenado en el Tribunal Supremo por provocar ese problema en su explotación, hoy sería casi imposible en Galicia.

Por un lado, la comunidad autónoma dispone de fuertes mecanismos de control, hasta el punto de que hace cinco años fue declarada zona libre de brucelosis. Por otro, la posibilidad de comprar dosis de una vacuna, de modo extraoficial, en un mercado clandestino, también parece hoy menor que hace diez años.

Profesionales de la ganadería que conocen ferias de Galicia y de otras zonas de España no tienen duda de que los controles de la Xunta destacan por su nivel de exigencia. «Na trazabilidade das explotacións aos matadoiros e á industria láctea estamos na vangarda», dijo uno de ellos este jueves. «Na sanidade animal Galicia é un referente», afirmó otro, que subrayó que si problemas como ese de Castro de Rei hubiesen sido más numerosos, no se habría alcanzado la condición de territorio libre de brucelosis.

Precisamente el brote de ese municipio chairego, descubierto en una granja de la parroquia de Pacios, sorprendió a los inspectores de la Xunta porque la brucelosis, en aquellos años, ya estaba prácticamente erradicada. «Xa había moi poucos casos», apuntó otro ganadero.

144 reses, y condenado por estafa

El granjero de Castro de Rei que provocó ese problema en sus reses tenía en el 2012 una cabaña de 144 cabezas. La Audiencia Provincial de Lugo lo condenó por estafa en grado de tentativa, considerándolo culpable de haber inoculado a los animales cepas vivas de brucelosis cuyo uso está prohibido desde 1988. Su intención era lograr el cobro de la indemnización por sacrificio y de la póliza del seguro: solo por el primer concepto, ya podría haber percibido 102.640 euros.

Para conseguir las vacunas con las que daba a las vacas una determinada hormona, conocida como somatotropina, acudía a un mercado extraoficial. Esa revelación, contada por el granjero a agentes del Seprona, permitió destapar y desmantelar una red que vendía esa sustancia en diversas zonas de España. Con la investigación apareció una trama que movía miles de dosis de vacunas al año, traídas del extranjero, y que incluso proveía a sus clientes de otras sustancias.

Ese detalle puede causar extrañeza, sobre todo teniendo en cuenta, como recordó este jueves algún ganadero, que el desenlace fue negativo para quien ideó la operación; sin embargo, la existencia de esas redes clandestinas no sorprende a todos.

La posibilidad de comprar ciertas sustancias fuera del mercado oficial parecía en el 2012, año de los hechos, más fácil que hoy. «Medicamentos 'en negro' si houbo», admitió otro ganadero, aunque también advirtió de los riesgos que corría quien hiciese esas compras. La razón para comprar entonces medicamentos sin receta podía estar en la posibilidad de conseguirlos a un menor precio, pero con un riesgo para los animales, que podrían estar más expuestos a enfermedades.

En busca de indemnizaciones

El Tribunal Supremo acaba de desestimar el recurso del ganadero, que recurrió tras haber sido condenado por la Audiencia de Lugo. En el fallo se recoge que no quedan dudas sobre las intenciones del ganadero, que buscaba «obtener las indemnizaciones que la Xunta otorgaba por el sacrificio de las reses» y no se interesó nunca por reponer las reses en su ganadería.

Según la sentencia, la tentativa de estafa resulta «evidente». Sin embargo, lo impidió la inspección iniciada por la Xunta, cuyo personal tomó muestras en la granja y las mandó a laboratorios de referencia en España en el apartado de la sanidad animal. En la sentencia, precisamente, se subraya que el origen de la infección, que estaba en vacunas, no se habría descubierto si no se hubiese aislado la cepa («una tarea muy complicada que no es de fácil consecución»).

Extrema dificultad

Fue la extensa y rápida propagación de la brucelosis en esa explotación ganadera lo que causó alarma en los servicios veterinarios. En la sentencia, además, se reconoce el celo de la Xunta en ese tipo de controles, puesto que descubrir que una infección está causada por vacunas solo se logra aislando la cepa, con una «prueba específica de extrema dificultad», y contando con la colaboración de laboratorios de referencia.