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El picudo obliga a talar la mitad del palmeral de Caldas de Reis, símbolo de la villa, pese a invertirse 175.000 euros en tratarlo

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

SOSTENIBILIDAD

Ramón Leiro

Se cortaron trece palmeras centenarias, hay que meterle tijera a dos más y nadie asegura que la plaga no se extienda a las que quedarán en pie

30 sep 2023 . Actualizado a las 10:59 h.

Hace seis años, cuando esa plaga silenciosa que es el picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) comenzó a expandirse por las Rías Baixas y a atacar a las palmeras, dos eran los concellos que mostraban más preocupación por ello: Pontevedra y Caldas de Reis. ¿Por qué? Porque en ambos casos cuentan con dos palmerales que son icónicos y que incluso ya se conocen por el topónimo, oficial o no, de Las Palmeras. En Pontevedra se ubica junto a la Alameda y en Caldas de Reis en pleno centro de la villa, junto a la iglesia de San Tomé. De momento, Pontevedra mantiene ese símbolo. Pero Caldas ya no. El picudo rojo ha obligado estos últimos días a talar nada menos que la mitad de las emblemáticas y centenarias palmeras. Todo ello pese a que desde el año 2017 se gastaron un total de 25.000 euros por año en tratarlas frente a la plaga y cuidarlas, según los datos que aporta el Concello. Es decir, en total, se hizo una inversión de 175.000 euros que les permitió resistir durante un tiempo, pero que finalmente no logró salvarlas de ese insecto que llegó en el 2013 en Galicia y que asustó desde el minuto cero por los estragos que ya había hecho en los palmerales de todo el Levante español. 

Manuel Fariña, teniente alcalde de Caldas, señala que efectivamente el gran icono de la villa de Caldas queda dañado con esta tala. Aún así, poniendo blanco sobre negro, indica que se van a realizar nuevas plantaciones y que se está tratando, de forma preventiva y curativa, a las palmeras que quedan en pie para intentar salvarlas. «Por suposto que é un símbolo e que se intentou salvar por todos os medios, pero esta plaga parece imparable», indica. Señaló que los trabajos de tala los está haciendo la empresa que ganó el concurso para tratar las palmeras y que están siendo supervisados por técnicos de la Estación Fitopatolóxica de Areeiro. El teniente alcalde manifestó que en un día se cortaron trece ejemplares y que ahora se está pendiente de talar dos más, con lo cual se perderán quince de los treinta ejemplares que conformaban el palmeral. «Xusto quedará a metade. É algo triste, porque a todos nos afecta ver así un símbolo, pero recuperarémolo con novos exemplares», indica Manuel Fariña. 

Chicho Touceda pertenece a la empresa que se encarga del mantenimiento de las palmeras de Caldas. Él tampoco oculta su tristeza por la tala de las palmeras: «Eu son de Caldas, xoguei e crieime no medio desas palmeiras... así que vaia se me doe que haxa que cortalas». Indicó que a lo largo de estos años se aplicaron los tratamientos a rajatabla, supervisados por Areeiro, pero que la plaga del picudo actúa de forma silenciosa y que muchas veces ya es tarde cuando se aprecia la presencia del insecto: «Lémbrame un pouco ao que sucedeu co covid... que había veces que parecía imparable. Pois isto é un pouco así. Tratámolas, resistiron moito tempo... pero alá foron», indica. ¿Las palmeras que quedan en pie tienen también riesgo de sucumbir ante el picudo? «Si, ao tratarse dun sitio onde xa actuou está claro que hai máis opcións de que o volva facer. De todas formas estamos tratando a todos os exemplares para intentar que isto non suceda», indicó Touceda. 

El palmeral que nació de la mano de un emblemático proyecto

El palmeral de Caldas, que seguramente identifique en su memoria cualquier persona que haya pasado por la villa, ya que está en un cruce de caminos y es llamativo, es un icono tanto por el tamaño de los ejemplares como por su longevidad. Fue en el año 1884 cuando Caldas, en una época de esplendor en la villa, le compró al conde Canillas una enorme finca, entonces llamada La Torre. Eso dio pie a la creación de su mítica carballeira, el jardín botánico y, también, de su palmeral. Todo ello formó parte de un proyecto diseñado por el reconocido arquitecto Genaro de la Fuente. La fuente que hay en medio del palmeral data de 1920, así que se cree que las palmeras fueron plantadas entre 1884 y esa última fecha. Por tanto, son árboles centenarios. Pasó el tiempo y la zona acabó siendo popularmente conocida como Las Palmeiras, y así sigue siendo.