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«Estando en el mar, te pierdes muchas cosas importantes en tierra»

María Doallo Freire
María Doallo OURENSE

SOMOS MAR

Natalia, en el puente del Milenio
Natalia, en el puente del Milenio MIGUEL VILLAR

La ourensana Natalia Álvarez pasó el inicio de la pandemia embarcada en un buque en Alicante

23 may 2022 . Actualizado a las 13:25 h.

Los amantes del mar defienden que mucho mejor que escucharlo es dejar que te escuche él a ti. A Natalia Álvarez (Ourense, 1989) siempre le gustó ese sonido. «El océano te hace darte cuenta de lo insignificantes que somos. Todavía no he encontrado un lugar en el que sienta mayor libertad», afirma. A ella, ourensana de pro, con raíces en Entrimo y en Lobeira, desde niña le tiró el mar. «Mis tíos vivían en A Coruña y cada verano pasaba con ellos unas semanas. Recuerdo que volvía llorando en el coche», admite. «Sentirlo a diario me relaja muchísimo», confiesa. Su pasión es tan fuerte que la llevó a decidir su profesión. Natalia es una recién estrenada oficial de barco, pero ha tenido que remar mucho para llegar hasta aquí. Y todavía le queda un largo viaje porque entre sus objetivos está llegar a ser capitana, para lo que necesita superar otro exigente examen y reunir diez años de experiencia navegando. «Ahora ya tengo el mando para ejercer de segundo o de tercer oficial en una embarcación», dice, orgullosa y feliz. Es la superación de un reto personal, una meta que ha sentido más lejos por el hecho de ser mujer. «El mar todavía es un mundo de hombres, solo el 33 % de los tripulantes de la flota mercante a nivel mundial son mujeres», afirma.

En el colegio se le daba bien la biología y le gustaba especialmente, así que se decantó por estudiar Ciencias del Mar en Vigo. En ese tiempo se sacó el permiso para embarcaciones de recreo, el PER, lo que se conoce como patrón de barco, y descubrió la navegación, que la cautivó. Así que decidió seguir aprendiendo y estudió el grado de Náutica y Transporte Marítimo en A Coruña. «Me animé a probar. Sabía desde el principio que iba a ser una profesión dura porque pasas mucho tiempo fuera de casa, lejos de los tuyos, pero siempre fui una persona bastante desarraigada e independiente», razona Natalia. La formación consiste en cuatro años de carrera y uno navegando como alumna. «Esa es realmente la prueba de fuego para saber si te gusta o no», explica Natalia. A ella la cautivó. Estuvo un total de 378 días en el mar, en dos embarcaciones diferentes. La primera fue en un buque oceanográfico del CSIC, el Sarmiento de Gamboa, que tiene la base en Vigo. «Estuve cuatro meses a bordo aprendiendo todo lo que podía. Concretamente a mí me tocó una colaboración con el Gobierno de Portugal, hacíamos prospecciones, batimetrías, sondeos de fondo... Al haber estudiado Ciencias del Mar, para mí era el pack perfecto», recuerda.

Su siguiente experiencia fue con la compañía Trasmediterránea. «Estuve ocho meses y medio embarcada porque nos pilló la pandemia. Estábamos saliendo de Italia, veníamos de hacer un mantenimiento del casco y de la estructura del barco, algo que es asombroso de ver porque en el dique seco contemplas el buque al completo», afirma. «La cuarentena nos hizo estar parados en Alicante tres meses», continúa. ¿Qué hace la tripulación de un barco cuando este no puede navegar? «Todos los trabajos de cubierta como provisiones, mantenimiento... Durante esos meses solo doce nos quedamos a bordo. Fue un máster acelerado porque pude aprender mano a mano del capitán», confiesa. Cuando terminó el confinamiento el barco en el que iba Natalia sustituyó a su gemelo, el Entrecanales, que transporta carga rodada de gran tonelaje (tráileres y plataformas) en la ruta de Cádiz a Canarias.

Cuando terminó la aventura, la ourensana se centró en el examen que la habilita para ser segunda oficial de barco. Una prueba que acaba de superar con creces en A Coruña. A esta convocatoria en Galicia se presentaron cuatro personas. «Además de la absoluta vocación, hace falta esfuerzo y mucha entrega. Es una carrera con bastantes salidas, porque nos preparan para manejar cualquier tipo de buque, desde un petrolero a un crucero, pero tienes que estar dispuesto a sacrificarte. Estando en el mar, te pierdes muchas cosas importantes en tierra y hay que aprender a vivir con ello», comenta Natalia. Por eso, cuando no está trabajando no se separa de su familia ni de sus amigos. «Me encanta verles y que vayamos a todos los sitios que han abierto mientras no estaba», termina.

«Esta profesión regala mucho tiempo para uno mismo»

Ahora que tiene mando para ser oficial de barco, la ourensana Natalia Álvarez está deseando embarcarse de nuevo. No sabe si lo hará otra vez con Trasmediterránea, si intentará suerte con algún crucero de cara al verano o si se quedará por las Rías Baixas. Tiene varias propuestas y no para de enviar currículos. «Me presento a todo porque me gustaría valorar y conocer las opciones que tengo. Los cruceros son muy dinámicos, tocas puerto a diario y es un buque con muchísima responsabilidad porque llevas la mercancía más importante, que son las personas. Pero no sé si saldrá algo en este sentido», comenta. También le tiran los ferris. «En este momento me gustaría huir un poco de navegaciones muy largas. No quiero embarcar en un viaje de Australia a Japón, pero sí que es verdad que siento la necesidad de navegar cuanto antes. Esta profesión regala mucho tiempo para uno mismo y eso al final se echa de menos también», añade. Sea como sea, Natalia tiene claro que no piensa dejar de remar y de buscar el mar, se ponga la vida como se ponga. «Eso seguro. Prefiero tener un velero que un piso en la playa», concluye.

DNI:

Quién es. Natalia Álvarez nació en 1989 en Ourense. Su familia es de Entrimo y de Lobeira.

A qué se dedica. Estudió en Maristas y luego se fue a Vigo a hacer la carrera de Ciencias del Mar. Al terminarla se sacó otra, Náutica y Transporte Marítimo en A Coruña. Tras más de un año navegando como alumna, ahora acaba de aprobar las pruebas para convertirse en oficial de embarcación.