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José Ramón Vidal: «Sempre digo que son un pirata do século XX»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

SOMOS MAR

NELL

El ribeirense, conocido por muchos como Yanky, se ha recorrido medio mundo trabajando en barcos

08 jul 2023 . Actualizado a las 04:48 h.

Es la enorme masa azul que cubre casi el 70 % de la masa terrestre, un gigante oscuro que ha devorado la vida de miles de vidas y cuya peligrosidad es casi tran grande como su atractivo. Es el enigma que lo envuelve el que empuja a muchas personas a ganarse el pan intentando dominarlo, como si navegar sobre él fuese una especie de rodeo a lomos de un toro furioso.

En varias de esas cáscaras de nuez que surcan los mares ha trabajado José Ramón Vidal (Ribeira, 1966), hijo y nieto de marineros: «Levo o océano correndo pola veas». Su padre, que se pasó la vida entre muelles, redes y palangres siempre le dijo que aprovechara la juventud para estudiar, pero él prefirió cambiar la comodidad de la cama de su habitación por el bamboleo de un camarote a la corta edad de 15 años: «Non che daban a libreta ata que tiñas 16, pero a min deixáronmo pasar porque estaba preto de cumprilos».

Esta primera experiencia fue en el navío de un tío suyo, que tenía un barco de bajura. Aunque este tipo de pesca le ofrecía la oportunidad de ir a casa todos los fines de semana, el ribeirense lo tiene claro: «A min sempre me chamou embarcar varios meses, sempre digo que son un pirata do século XX».

Después de hacer la mili, el marinero pasó una campaña en los mares de Namibia cuando aún se estaba independizando de Sudáfrica, que había administrado la vida política del país desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta 1990, época en la que pilló al ribeirense pescando frente a las costas africanas.

La memoria prodigiosa del barbanzano, que no deja desvanecerse ni un detalle de lo sucedido en aquellos años, le permite recordar sin dificultad el nombre del navío, el Ceres, del que el ribeirense guarda muchos momentos de penas y alegrías con sus compañeros.

Más tarde llegaron los 5 años que pasó trabajando con la técnica de pesca del palangre en Marruecos, donde las condiciones de vida de los trabajadores no eran las que son hoy en día: «Antes non había tanto coidado coa seguridade como hai agora».

Salvar vidas

Cuando tenía 26 años probó suerte en los atuneros, barcos de gran calado que pueden pasarse varios meses sin volver a tierra y en los que las cámaras de frío mantienen el pescado en buen estado hasta su llegada a puerto. En una se esas noches en las que el ambiente no es de trabajo, sino de descanso, una mujer que se encontraba a bordo cayó al agua sin que nadie se hubiese dado cuenta. El barbanzano no se lo pensó dos veces y se lanzó al mar sin pensar: «Foi una tolería facer o que fixen, pero o importante naquel momento era sacala».

En aquellos instantes de nerviosismo y gritos en plena oscuridad a Vidal no le importaba su seguridad, si no la de aquella pobre alma que se había caído por la barandilla y estaba muy asustada: «Tempo despois soubemos que aquela noite non se salvara unha vida, se non dúas, porque ela estaba embarazada de varios meses».

Aquella arriesgada historia no se quedó en una simple anécdota, ya que cuando el barbanzano se subió en otro atunero 30 años después encontró a un joven africano cuyo nombre era igual al mote por el que todo el mundo le conoce, Yanky.

El padre del muchacho, compañero de aquella marea en la que ambos tenían poco más de 20 años, puso a su hijo el nombre del valiente que se había lanzado al agua sin saber si iba a poder salir o no.

Esta no fue la única vivencia del pasado que saltó a la actualidad en los últimos tiempos para Vidal. Cuando el mundo se echaba las manos a la cabeza por la misteriosa voladura del Nordstream Dos, uno de los gasoductos por los que llegaba gas ruso a Europa, el ribeirense recordó aquellos tiempos en los que él y sus compañeros ayudaron a instalarlo. «Eses tubos botarámolos nós, foi unha pasada ver as imaxes na televisión».

Sin miedo

Todas estas experiencias no han amedrentado al marinero, que sigue siendo un apasionado de su trabajo y piensa retirarse en las aguas cercanas a la ría: «Hai tres anos que retornei aos atuneiros, pero dentro de pouco vou quedar por aquí e volver ir nos barcos do día, así podo retirarme xa na miña terriña».

Sobre la continuidad del oficio de marinero en la familia, el barbanzano aclara que solo tiene una hija y que esta ha escogido otras ramas profesionales: «Eu son dos que pensa que cada un ten que facer a súa propia vida, sen deixar que ninguén lle diga por onde ten que tirar».

Piensa que ya no hay muchos jóvenes interesados en surcar el océano porque los sueldos no son lo que eran y eso desincentiva las matriculaciones en estudios vinculados con el mar. «Antes gañábanse moitos máis cartos, pero agora a xente prefire quedar nun traballo en terra», declara.