Ribeira pierde a uno de sus vecinos entrañables, Manuel Fontaíña, un hombre de honor y de humor

Discreto y afable, Manuel Fontaíña era una de esas personas que te atrapaba con su cálida mirada y esa voz ondulada de hombre curtido en mil batallas que ha dado la vuelta al mundo a bordo de grandes buques. Con la sencillez de su elegancia sabía aportar en cada ocasión la dosis justa que requería el momento, ya fuera reflexión, análisis o diversión. Porque Manuel Fontaíña era una persona de honor, pero también de humor. Trabajador incansable, tenaz y perseverante, nunca desaprovechó el momento de sacar jugo a la vida.

Le gustaba la buena comida y también el chiquiteo, pero nada de eso tenía valor si no era acompañado de sus amigos. El terraceo era lo suyo, siempre en animada conversación y con una sonrisa entrañable.

Aunque las circunstancias familiares motivaron que Manuel Fontaíña naciera en Las Palmas y que madurase como adolescente en Sevilla, era un orgulloso ribeirense. Le venía de cuna, de los Fontaíña paternos y de su madre, Manuela, familiar de quienes hicieron posible los emblemáticos Talleres Nervión.

Dirigió su camino profesional al mar, cursando estudios superiores de Náutica en A Coruña. Trabajó en grandes compañías, como la ESSO o la desaparecida Marflet. Ejerció como maquinista naval jefe de la marina mercante, también desempeñó labores de inspección y construcción de buques en Vigo y, en Argentina, de empresas españolas.

Cuando se prejubiló, Ribeira se convirtió en el epicentro de su vida. Orgulloso de vivir en la capital de Barbanza, dedicaba sus días a vivir en comunidad. Padre de dos hijos, compartía con ellos jornadas de terraceo cada vez que lo visitaban.

Era una persona querida que luchó hasta el final para superar su enfermedad. Su hijo Marcos destaca las muestras de afecto que recibía. Manuel falleció el martes a los 78 años y mañana se oficiará un funeral en su memoria las 19.30 horas en la iglesia de Santa Uxía.

---

---