«Soy un gran tímido que en el escenario se desmelena»

Virginia Madrid

FUGAS

MARCOS MÍGUEZ

A sus 74 años derrocha pasión y entusiasmo, tanto en sus juegos como cuando habla. Regresa hoy en A Coruña a los escenarios con un renovado «Magia Potagia y más», donde disfrutaremos de sus juegos siempre con ilusión y una sonrisa. Hay Tamariz para rato.

24 feb 2017 . Actualizado a las 05:05 h.

Simpático, divertido y entrañable. Parece recién salido del cuento de Alicia en el país de las maravillas. Entrevistar al rey de los magos es una fantástica aventura, donde no faltan ni los trucos, ni la ironía ni las risas. Porque Juan Tamariz (Madrid, 1942), el gran ilusionista con mayúsculas, es en realidad un niño grande para el que hacer magia es una fiesta. Aprovechando que actúa este fin de semana en el Teatro Colón de A Coruña, charlamos con él. Nada por aquí, nada por allá…

-¿Qué vamos a descubrir en «Magia Potagia y más»?

-Cada año voy pensando nuevos juegos y los voy introduciendo poco a poco. Dentro de eso, la línea es la misma, por eso lo llamo igual, Magia potagia… y más. Es un espectáculo muy jazzístico en el que los espectadores verán nuevos juegos, pero también descubrirán, de la mano de mi mujer, la maga Consuelo Lorgia, cómo flotan los objetos, podrán saber qué nos depara el futuro e incluso serán testigos de cómo se transmite el pensamiento.

-Me imagino que no faltará tu popular funda de violín.

-Eso es. En mi espectáculo, yo saco un estuche de violín donde llevo un montón de juegos como para hacer seis horas, pero solo hago un espectáculo de dos horas con lo que voy escogiendo sobre la marcha. Hago el primer juego y según vea cómo responde el público y cómo me vea yo, voy por un lado u otro.

-Entonces, improvisación pura y dura.

-Sí, pero esa improvisación es bellísima, porque cada vez creas algo nuevo. No siempre, pero uno o dos juegos en cada espectáculo acaban de manera distinta a como yo pretendía.

-El humor también está siempre presente en tus juegos.

-Sí, pero yo no soy humorista ni monologuista. Nunca llevo ningún chiste preparado, ni frases cómicas. Lo que pasa es que a veces he dicho algo gracioso y en otro espectáculo me acuerdo y la repito. Para mí, salir al escenario es una fiesta.

-Venga confiesa, ¿qué es la magia para ti?

-Es una combinación de juego e ilusión. Es la capacidad de transformar la realidad para que parezca verdad lo imposible. Mi magia son sueños hechos realidad artística.

-Después de toda una vida dedicada al ilusionismo, ¿cuál es el secreto para que hayas mantenido la pasión por la magia a lo largo de tu intensa carrera?

-No tengo ni idea. Desde niño me apasionó la magia, me entusiasmó. Es un arte bellísimo. No me gusta analizarme. Es hermoso y punto.

-Esta aventura mágica comenzó cuando a los seis años te regalaron una caja de magia. ¿Verdad?

-¡Ja, ja, ja! Sí, pero se la pedí yo a mis padres, porque ya por entonces tenía claro que quería ser mago. Y mis padres me llevaban al circo, porque quería ver los juegos que hacía el mago. Desde crío, la magia me ha entusiasmado.

-Hoy, hay escuelas para magos, pero me imagino que por entonces sería muy complicado aprender el oficio. ¿Cómo te formaste?

-Pues sí. De la caja de magia infantil, pasé a los libros con doce años. Con dieciséis encontré una sociedad de magos que había en Madrid, me afilié y desde ahí seguí adelante.

-Vayamos al oficio de mago. ¿Se puede hacer de todo?

-No quería admitirlo. Pero bueno. Sí, tengo superpoderes. Hala, ya te lo he dicho [afirma entre risas]. El mago puede hacer creer casi todo. Parte del encanto de la magia es devolver al mundo el valor de lo sencillo, de la inocencia. La disposición para el asombro.

-Y, cuando el juego no sale como tú esperas. ¿Dices eso de «¡tierra trágame!»?

-¡Qué va! Me pongo contento. Porque tengo que idear algo, darle la vuelta al juego y deslumbrar a los espectadores, es un reto para mí.

-Eso lo dice un mago con muchas tablas.

-¡Que no! De verdad. Mira, cada noche yo salgo al escenario pensando que voy a cometer tres fallos. En el primero, me pongo contento, con el segundo, me siento feliz y en el tercero llego al orgasmo de plenitud. Mi objetivo es transmitir que la magia es un juego divertido, una fiesta lúdica de vivir lo imposible y lo deseable.

-Entonces, ¿qué es lo peor que le puede pasar a un mago?

-Sin lugar a dudas, perder la ilusión. En esta reencarnación no creo y tampoco en la siguiente, pero quizá allá por la tercera puede que no tenga tanta como la que tengo ahora.

-«¡Hala! ¿Cómo lo ha hecho?» ¿Es la mejor recompensa que puedes recibir en el escenario?

-No. Lo mejor es cuando me besan y me felicitan las chicas (afirma entre risas). La alegría y la sonrisa es el mejor regalo que recibo de los espectadores. En mis espectáculos siempre hay una pantalla para que el público no pierda detalle de cada juego.

-¿Con los años un mago pierde facultades?

-¡Nooo! Ganas experiencias y transmites más.

-¿Y has pensado ya en la retirada definitiva?

-No, porque me lo sigo pasando tan bien como cuando empecé hace [silencio] muchos años [se ríe a carcajadas]. El día que me aburra, recojo todo y lo dejo. Creo que dentro de unos treinta años aproximadamente, es decir a los 104 años, me retiraré.

-A lo largo de tu carrera, ¿has vivido algún momento difícil que provocó que te ausentaras durante un tiempo de los escenarios?

-Sí. Dejé de actuar unos meses, porque murió un amigo mío muy joven y me dediqué a hacer un documental sobre él. Los momentos difíciles de la vida te hacen más fuerte, te enseñan a valorarlo todo más.

-Tus espectáculos no serían lo mismo sin tu sombrero y tu chaleco y ese divertido «¡tachán!» con el que rematas cada juego. ¿Cómo surgió lo de salir con esta estética al escenario? ¿Forma parte de tu personaje?

-¿A que salgo guapo y elegante? El ¡tachán! no es más que una demostración de júbilo. Y lo del sombrero y el chaleco fue algo espontáneo. Pero no es un personaje, soy yo mismo. De hecho, me siento más yo en el escenario que en la vida real. Porque soy un gran tímido que cuando se sube a las tablas se desmelena.

-Descúbrenos quién es el autentico Juan Tamariz.

-Pues un hombre que disfruta de la vida y que pone ilusión y alegría en cada cosa que hace. Que ama la literatura, el cine, la pintura y la música. Y que es feliz con la familia, con los amigos y con la magia.

-Una curiosidad, ¿por qué siempre se llama el espectáculo «Magia Potagia»?

-Porque de niño se decía eso de magia potagia. Y aunque potagia no quiere decir nada, nos transporta a la infancia, nos provoca la risa, nos saca la sonrisa; en definitiva nos da alegría.