No figuran en ninguna balanza comercial como exportaciones. Los flujos que generan no son cuantificables en cifras. Quizás sea lo mejor; también se puede morir de éxito o, tal vez, muchos ni tendrían la oportunidad de pasar la primera criba. Es música, en este caso, pero también podría ser teatro u otra expresión artística. Y es música porque la banda The Funkles acaba de tomar el avión hacia Finlandia. Lo hace casi sin darle tiempo a deshacer las maletas después de su visita a Rusia para participar en otro festival. En marzo, el trío de jazz Sumrrá emprendía su gira más larga por Centroamérica y, a finales de mes, tomarán un avión rumbo a China. Bandas de muy diferentes estilos que forman parte del paisaje sonoro de Santiago al protagonizar sus veladas musicales. Muchas veces tienen que interesar fuera para que empecemos a darle valor a lo que en casa se ha convertido en cotidiano. Tampoco debe sorprender, porque pasa en demasiados ámbitos. Pero la música, o cuando Chévere o Voadora representan sus funciones teatrales en otros puntos, son una buena carta de presentación. ¿No miramos con envidia hacia otros países o ciudades poniendo el ejemplo de sus creaciones culturales? Pues, de vez en cuando, también hay que mirar un poco lo que tenemos y disfrutarlo. La cultura no está en esa balanza de exportaciones que de manera periódica refleja nuestras relaciones comerciales con otros países, pero, sin duda, si figurase, quizás sorprendería su nivel de incursión más allá de nuestras fronteras. La lista de países en los que ha dejado su impronta podría ser la envidia de multinacionales.