Apadrine un exoplaneta

EXTRAVOZ RED

24 abr 2017 . Actualizado a las 10:11 h.

U n vistazo rápido a la web de Kickstarter permite identificar la esencia de esta exitosa plataforma de micromecenazgo: un sinfín de proyectos de todo tipo -tantos como aficiones o intereses tiene el ser humano-, desde iniciativas relacionadas con el arte, los cómics, el baile, el diseño o la moda, a la comida, la música, el periodismo, la fotografía, el teatro o la tecnología. La gente quiere hacer cosas y necesita financiación para sus proyectos de emprendimiento, hasta ahí nada que objetar. El problema es cuando uno se encuentra propuestas como la de construir un telescopio en Hawai para buscar vida en exoplanetas, apadrinada por una supuesta fundación de científicos de seis países diferentes y que, pese a lo ambicioso del objetivo, solo tiene como meta obtener 20.000 dólares. Por nuestra contribución ofrecen diversos obsequios, como una taza (si se aportan 25 dólares o más), una camiseta (35 dólares), un cubo de cristal que tiene grabados con láser los planetas extrasolares potencialmente habitados (110 dólares, incluye un trapito de microfibra para limpiarlo), el mismo cubo pero con una bola coloreada encima que simula uno de esos mundos lejanos (140 dólares)... y así hasta los 10.000 dólares, que nos convertirían en «embajador oficial» del Planets Telescope y permitirían que nuestro nombre figurase en una placa conmemorativa. Solo en este último caso los impulsores del proyecto reconocen que «su generosa donación irá directamente destinada al desarrollo y construcción» de la instalación astronómica, de lo que se deduce que el resto de aportaciones económicas son una forma de hacer negocio con baratijas que podrían encontrarse en cualquier hipermercado chino (¿una T-Shirt por 30 euros?). Por extraño que parezca, a día de hoy los miembros de la Planets Foundation ya han conseguido 11.466 dólares de 16 patrocinadores y todavía tienen un mes más para completar esta ronda de captación de fondos.

El crowdfunding ha cambiado la forma de emprender un proyecto y sobre todo ha abierto la puerta a muchas personas que tenían verdaderas dificultades a la hora de obtener liquidez por métodos tradicionales (léase un préstamo bancario). Gracias a esta nueva forma de financiación colectiva se han podido hacer películas como Inocente, que ganó el Oscar al mejor cortometraje documental en el 2013; o dispositivos como Pebble, uno de los primeros relojes inteligentes, que empujó después a gigantes como Apple o Samsung a desarrollar sus propios smartwatches e impulsó el sector de los wearables. Pero el crowdfunding también ha sido instrumentalizado por el poder político, con campañas como las lideradas por Podemos o el socialista Pedro Sánchez, y colectas con fines benéficos -Kickstarter las prohíbe- que pueden ser utilizadas por desaprensivos para aprovecharse de la buena voluntad de gente mal informada. Como muchas nuevas apps de la economía colaborativa, debemos tener cuidado y asegurarnos de lo que se esconde detrás.