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Cosas extrañas que pasan en los 80

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OCIO@

28 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cojan E.T., Cuenta conmigo, Los Goonies, Alien, Poltergeist y El resplandor, añádanle una banda sonora plagada de éxitos ochenteros, Reagan dando discursos a través del televisor de tubo catódico, bicicletas sin suspensión ni frenos de disco y un vestuario a base de zapatillas Nike para los chicos y rebequitas para las chicas; métanlo todo en la batidora y ya tenemos la nueva serie estrella de Netflix: Stranger Things. Los hermanos Matt y Ross Duffer, autores de los ocho capítulos de la primera temporada, tomaron nota del éxito de Super 8 (2011), la película de J. J. Abrams que homenajeaba los primeros trabajos de Steven Spielberg, Joe Dante y otros directores fascinados por las historias de ciencia ficción, aventuras juveniles y extraterrestres. Pero mientras Super 8 patinaba conforme avanzaba el metraje y se desinflaba con un final decepcionante, Stranger Things mantiene la tensión episodio a episodio. La trama nos sitúa en un típico pueblo americano a finales de 1983; un chico de 12 años se esfuma misteriosamente y, al mismo tiempo, aparece una niña con poderes de telequinesia que intentará ayudar a sus amigos a encontrarlo. La serie lo tiene todo, el regreso de Winona Ryder en un papel estelar, un Mathew Modine que equivale al Peter Coyote que acosaba a Elliot y a su pandilla, fenómenos paranormales, terror y mucho suspense. Y, sobre todo, la nostalgia: los 80 no fueron mucho mejores que la época actual, pero el tiempo lo cura todo y, vistos treinta años después, parecen la década prodigiosa.