Siento ser yo quien se lo diga pero, efectivamente, el fin del mundo será este 2012. Lo supe cuando Milá anunció que diez países están emitiendo a la vez Gran Hermano. Así que los que no estarán embobados estudiando anatomía gracias a la ducha trasparente, estarán pendientes de la cama, que para eso es el centro de la casa. No sé a qué espera Lo Mónaco para colocar ahí a Constantino.
Sin duda, la cadena sabe que darán más juego la exótica que está más rica que un Filipino, el sacerdote pecador de la pradera, o, mejor dicho, de la sierra, un clon de Farruquito que lo va a tener difícil para darse a la fuga, una surfera que empezó subiéndose por el techo y acabará subiéndose por las paredes, un opositor a bombero que apagará más de un fuego, una desempleada que se indignará con frecuencia y un policía al que se le acabará viendo la porra, entre otros. Acompañados, por supuesto, de unos cuantos burros y cerdos.
Pero esto no es novedad. El caso es que, en su estreno, GH ha registrado su mejor dato desde el 2008, síntoma de la capacidad de reinvención de un formato que, en esta edición, viene con habitación invertida, para mujeres, hombres y viceversa.
Pero lo mejor es que puede usted no conformarse con mirar y pasar a concursar, solo tiene que pujar en e-bay. Yo de Urdangarín me lo iría pensando.