No era tan Risto

TELEVISIÓN

23 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Subió como la espuma, nos hizo caer en sus brazos, pero Risto no ha sido capaz de superarse a sí mismo con El rincón de pensar. Después de arrancar mordiendo a la competencia con un speech ácido hacia Mediaset, lo que vimos los espectadores no dejó de ser una mala copia de lo que ya conocíamos de él. Ni la transparencia de sus gafas, que dejaron ver sus ojos, fijaron la atención del público que, más allá de reconocerlo en su disfraz de pedante comunicador, no pudo con la fría puesta en escena y los constantes latiguillos -«eso es cara b», «eso importa»- a modo de vocativos vacíos. Porque al otro lado no hay quien aguante tantas llamadas de atención a lo único, su persona, como garantía de éxito. La fórmula que le funciona, y lo sabe, es la de rascar y morder al contrario con un «no me vengas con cuentos»; sin embargo, una vez descubierta, es difícil de mantener si los entrevistados no son de primera y si la repites como nueva. Ni todo el ruido del estreno, ni sus muchos envoltorios como un caramelo sin abrir, le han conseguido dar el dato del éxito. Y eso que tiene fieles seguidores, de esos que en principio lo detestan, pero que caen en su red. Así que, con el Chester de Pepa en picado y sin la savia renovada de Risto, cabe preguntarse si no hubiera sido mejor para todos «no meneallo». Nadie ha salido ganando.