Igual que el humorista Eugenio hizo bandera de su rictus serio mientras contaba algunos de los mejores chistes de la televisión, el Hombre de Negro convirtió su gesto inmutable en marca de un personaje capaz de acometer las mayores proezas en El hormiguero sin arrugar el gesto ni esbozar una sonrisa. Desde detrás de su abrigo de Matrix y sus cristales negros, emprendió los experimentos más alocados y vistosos en su sección Arte a lo bestia, cumbre de la ciencia-espectáculo. Así se convirtió en un icono del entretenimiento nocturno de Antena 3 y en una de las razones por las que este fue el programa que más veces alcanzó el minuto de oro en el 2016.
Esa simbiosis acabó esta semana, cuando Pablo Motos se lo presentó al actor Patrick Stewart como su superhéroe particular. Sería la última vez. El enigmático personaje, que tanto hacía puenting con un coche como dinamitaba monumentales esculturas de arena hechas a medida de la estrella de turno, deja huérfano el programa. No tanto por su presencia, cada vez más esporádica, como por haberse convertido en argumento central de las frases de las hormigas que le dan título. El miércoles soltaron una de las últimas: «Lobezno lo flipa con lo fuerte que está el Hombre de Negro». Ahora Lobezno respira más tranquilo.