Supera el mono de volver de vacaciones

La Voz REDACCIÓN

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Santi M. Amil

Las jornadas libres son ese estado de ánimo que todas las personas quieren prolongar eternamente

22 ago 2014 . Actualizado a las 19:49 h.

Durante estas últimas semanas de agosto (carita de grito de Whatsapp), el universo se divide en seis grupos. El primero es el de los estudiantes, y da igual el nivel educativo en el que estén, ellos viven su particular cuenta atrás, aunque en muchos casos es para contarle al compañero de pupitre sus aventuras estivales, por lo que la viven con ganas. En el segundo están todos aquellos que durante los últimos treinta días han vivido al ritmo de tumbona o toalla de playa y ahora observan impertérritos como se aproxima, deprisa y sin pausa, su peculiar nube negra. El tercero lo forman los que ya han vuelto, ya sea en julio o a primeros de mes, y miran con recelo como su moreno va desapareciendo y como sus compañeros vuelven, ahora sí, más bronceados que ellos. El cuarto está constituido por aquellos que no tienen vacaciones ni las esperan, esos que desean que el foco que ilumina su mesa en la oficina tenga poderes sobrenaturales y consiga que su piel deje atrás su tradicional tono blanquecino. En el quinto grupo están los que cuentan los días para el 1 de septiembre porque es ahí cuando empiezan sus ansiados días libres. Y por, último, los que no tienen vacaciones, para su pesar, porque no tienen trabajo.

Exceptuando a estos tres últimos bandos del mundo, que ya ni sufren ni padecen, el regreso es duro. ¿El motivo? Sencillo, las vacaciones son el estado en el que todas las personas quieren estar ya que parece que las horas pasan más lentas, no hay estrés y todo discurre a un ritmo diferente, sin preocupaciones, ni horarios, ni preocupaciones. Pero no desesperes. La vuelta es dura, y así lo atestiguan los números: según las encuestas un 65 % de los trabajadores se deprimen al volver. El mono, conocido como síndrome de abstinencia o depresión post-vacacional, es complicado y ataca sin piedad con la apatía, la irritabilidad, el desanimo, e, incluso, el insomnio. Pero, con una serie de consejos es fácil superar la reincorporación a la rutina porque al final todo es cuestión de perspectiva.

1. Tómatelo con calma. El regreso es duro y, por tanto, hay que hacerlo de forma progresiva. Regresa a tu residencia habitual con antelación si has tenido la fortuna de irte lejos e intenta, si es posible, volver al trabajo evitando los lunes: hazlo un martes, un miércoles o un jueves. Lo mismo ocurre con los recados: evita programarlos todos para el primer día si quieres permanecer con toda la cordura que has recuperado durante las jornadas días.

2. Ponte metas a corto plazo ya que el verano aún no ha terminado. El fin de las vacaciones, aunque lo puede parecer, no es el final del buen tiempo. Aprovecha que el sol aún luce con fuerza para aprovechar las horas libres para ir a la playa, a la piscina, a la montaña, a dar largos paseos o a hacer todo tipo de planes que se te pasen por la cabeza.

3. Queda con tus amigos al salir de trabajar. Una caña, unas tapas o un simple café. Relaciónate, no te quedes en casa y elimina toda el enfado acumulado por cambiar la toalla por la silla o el levantarte para darte un baño por ir a la maquina.

4. Programa las próximas vacaciones. Y es que al final el ser humano viven a base de cuentas atrás, y ahora que toca regresar ya se cuentan los días que faltan para las próximas, y el que no se consuela es porque no quiere. Probablemente, y con un poco de suerte ya que los puentes de octubre a diciembre brillan por su ausencia, las de Navidad. Sin embargo, intenta planear cosas para los findes que aún quedan de buen tiempo: se han terminado las vacaciones, no la vida social.

5. Asume que la vuelta no es tan mala. Al final, como todo, tiene su punto positivo y siempre se regresa con batatillas que contar a tus compañeros de trabajo. Además, aún se pueden seguir haciendo las mismas cosas que hacías durante las largas jornadas libres. Puedes seguir vistiéndote casi igual (el bañador mejor resérvalo para la piscina o la playa) y continuar comiendo con aromas a verano. Por ejemplo, esas sardinas al espeto -que podemos encontrar en los supermercado de El Corte Inglés- que recuerdan a San Juan, a verano, a playa,...

Sardinas en espeto

Tiempo: De 20 a 40 min

Dificultad: Baja

Ingredientes para 6 personas:

18 sardinas medianas y frescas.

Para la ensalada griega: 125 gramos de queso feta, 300 gramos de tomates cereza, 100 gramos de aceitunas negras, 2 cebollas rojas, aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta molida.

Elaboración:

Lavar las sardinas y, sin retirarles las vísceras, atravesarlas con una brocheta, dejando que ésta pase por detrás de la espina dorsal. Asarlas clavadas de pie al lado de las brasas, pero esto hay que hacerlo solamente por el lado más grueso de la sardina, para evitar que se rompan y se caigan. Si se hacen en la barbacoa, es preferible ponerlas tumbadas también sobre el lado más grueso.

Para preparar la ensalada griega, cortar los tomates en cuatro y colocarlos en una ensaladera. Agregar el queso cortado en dados, las aceitunas negras y las cebollas peladas y picadas. Sazonar con sal y pimienta y aliñar con un poco de aceite de oliva virgen extra.

Nota: si se prefiere asar las sardinas sin pincharlas en espeto, hay que abrirlas, vaciarlas, lavarlas y secarlas. Salpimentar el interior y rellenarlas con una hoja de laurel. Asar en el grill unos 8 minutos, dándoles la vuelta a la mitad de la cocción hasta que la piel comience a desprenderse.