El largo de los pantalones sí importa

La Voz REDACCIÓN

TENDENCIAS

JOHN TAGGART | EFE

¿Cuál es la medida exacta? ¿Qué fue de aquellos acampanados que arrastrábamos por el suelo? ¿Han vuelto los piratas? ¿Por dónde debe llevarse un vaquero?

03 mar 2015 . Actualizado a las 17:13 h.

Han regresado demasiado pronto, sin casi tiempo para que la nostalgia comenzase a hacernos cosquillas y a obligarnos a echarlos de menos. Todavía los asociamos con épocas de desafortunado gusto estilístico y desorientación estética. Pero los piratas han vuelto, esos pantalones por debajo de las rodillas que juramos nunca más ponernos. No solo los flojos, tipo palazzo, un poco más cortos. No solo los vaqueros remangados, pesqueros. Tambien los apretados, sesgados bajo los meniscos.

Es tiempo de quedarse corto, de no pasarse de la raya. La elegancia hace tiempo que se divorció de las arrugas en el pantalón, de las campanas arrastradas por el suelo, rotas de tanto rozamiento con el asfalto, y optó por las vueltas y más vueltas, por remangar la tela, por hacerle un homenaje al tobillo.

Primero fueron los vaquero pitillos quienes comenzaron a encoger. Las altas lo tuvieron fácil; las más bajitas debieron conformarse con el apaño de recoger los bajos. Después, cuando llegaron los boyfriend y los momjeans -pantalones holgados, vaqueros con corte masculino y patrones antiguos de cintura alta, como, ya lo indica su nombre, los que lucían nuestras madres-, la tendencia se reafirmó. Creció hacía arriba, como si alguien hubiese agarrado las trabillas del pantalón y hubiese tirado con brio hacía el cielo. Y las pantorrillas comenzaron a ser habituales por las calles.

Sucedió lo mismo cuando asomó la moda del capri, prendas de sastrería, que oscilan entre la mitad y el final de la tibia, a las que el protocolo del buen vestir prohibe rozar el empeine. Favorece y estiliza como pocos y es sobre todo un icono de estilo. ¿Ejemplos? Este modelo nude de Southern Cotton. Incluso los setenteros acampanados, que ya asoman las orejas, se intuyen raquíticos, tapando lo exigido, pero poco más, sin rozar mínimamente el suelo.

Pero el fenómeno alcanzó su máximo esplendor cuando el verano pasado, y el otoño después, destaparon sus nuevas tendencias para los meses venideros: bermudas sobre la rodillas y el último grito en pantalones, los palazzo cortos, a medio gemelo, como estos de Tintoretto o estos de U Adolfo Domínguez, los pantalones midi. También los culottes, algo más cortos -y no, nada tienen que ver con las braguitas tipo short-. Se trata de prendas, a medio camino en las extremidades inferiores, anchas, vaporosas, similares a las falda-pantalón de toda la vida. Para ellos se recomiendan tejidos suaves, que hagan incluso un poco de vuelo, y tacones altos.

No acaba aquí la cosa. Para esta primavera se espera el siguiente nivel, los piratas de toda la vida, apretados, amputados a media pierna. ¿Cómo se combinan? Camisas de seda u otro tejido con bonita caída, bolsos grandes, trenchs extralargos, pañuelo al cuello, camisetas básicas, blazer, tops brillantes y holados para la noche, chaquetas de piel oscuras y zapatos -si no son mocasines- mejor altos.