Fran: «Ver medio Bernabéu vacío y la otra mitad blanquiazul emociona»

Alexandre Centeno Liste
Alexandre Centeno A CORUÑA / LA VOZ

TORRE DE MARATHÓN

CESAR QUIAN

En Madrid a la altura de los más grandes. De los genios. El 10 blanquiazul apareció cuando más se le precisaba. En la final de la Copa. Destacó en un partido que él recuerda como uno de los más bonitos que disputó. El ambiente del Bernabéu nunca lo olvidará

06 mar 2017 . Actualizado a las 17:08 h.

[Esta entrevista se publicó originalmente en un suplemento especial de La Voz de Galicia con motivo del décimo aniversario del Centenariazo]

Levantó cinco de los seis trofeos oficiales conquistados por el Deportivo y es el único blanquiazul que participó activamente en todas las conquistas (Mauro estaba lesionado en la Copa de 1995 y Donato en la del 2002). Pero Fran nunca olvidará el momento en el que subió al palco del Bernabéu para levantar la Copa del Centenariazo. «Ver medio estadio vacío y el otro medio teñido de blanquiazul es algo que nunca se borrará de mi mente», recuerda el entonces capitán del Dépor.

-¿Aún se estremece rememorando aquellos instantes?

-Es que no fue un partido más, ni una final más. He vivido, gracias a Dios, varias, pero esta fue muy especial. Ya antes de empezar el encuentro, cuanto saltamos al campo, vimos cómo estaban las gradas y... Aquello era tremendo. Media A Coruña estaba en el Bernabéu.

-¿Qué mejor mentalización, no?

-Ya estábamos muy metidos en el partido. Durante toda la semana se notaba. Pero sí que eso fue tremendo. Luego, además, yo siempre cuento lo mismo, que fue una anécdota que vivimos con Flavio.

-¿Qué pasó?

-Estábamos Djalma y yo en el campo antes del partido y comenzamos a charlar con él. Djalma le dijo que cómo podían hacer para quedar por la noche y tomar algo. Quería, después de cenar, pues ir a dar una vuelta por ahí. Entonces, Flavio le explicó que no podía, que resulta que el Madrid tenía organizada una fiesta y que era obligatorio ir. Ya daban por hecho que iban a ganar y les habían dicho que no hicieran planes que tenían que acudir a determinados sitios. Le dijimos si es que les iban a dar la Copa sin jugarla. Flavio reía, pero a nosotros nos picó todavía más. Es que todo estaba preparado para ellos.

-¿Qué es todo?

-Pues que prepararon una Copa del Rey a su medida. El día de su cumpleaños. En su campo. Con todo a favor. Yo creo que no imaginaron ni por un instante que pudiéramos inquietarles. Estaban convencidos de que lo tenían ganado y quizá eso les perjudicó. Es como si no se hubieran metido en el partido. Nosotros, en cambio, estábamos muy enchufados.

-¿Quizá le pesó la responsabilidad a la escuadra blanca?

-Me parece imposible. Es que estamos hablando de futbolistas que habían sido campeones de Europa y del mundo. No creo que jugadores de esa talla puedan verse presionados por un partido, por mucha Copa del Centenario que fuera. Yo más bien creo que les sorprendimos y que luego, también hay que reconocerlo, nos salió todo bien. Marcamos muy pronto, los pillamos por sorpresa y cuando quisieron reaccionar, aunque quedaba tiempo, supimos aguantar muy bien.

-¿La clave fue el tempranero gol de Sergio, a los cinco minutos?

-Ahí pudo estar una de las claves. Pero quizá la otra grande radicó en una acción que hubo poco tiempo después. Se trata de una tangana que se formó tras una entrada de Scaloni y Mauro a Raúl. Ahí demostramos que estábamos enchufadísimos y que nos íbamos a hacer respetar. Cuando un equipo salta al completo al lío, como sucedió en ese momento, con Molina incluido que corrió desde la portería... Eso es sinónimo de unidad y de decir: «Ojo, que estamos aquí». El Madrid se descentró un poco, sobre todo Raúl. Otro aspecto que influyó desde mi punto de vista fue que conseguimos robarles su campo preferido en la segunda parte. El míster me había avisado: «Cuando sea el sorteo del campo, si podemos elegir, que ellos no ataquen hacia los Ultra Sur en la segunda parte. Es muy importante, acuérdate». No hacía falta que lo recalcara tanto, pues era consciente de que eso nos beneficiaba.

-¿Tanto influye? -Pues creo que bastante. A nosotros también nos pasaba en Riazor, que siempre queríamos atacar en los segundos tiempos hacia la zona de los Blues. Se juntan varias cosas. Tienes a los tuyos de frente, el portero rival los tiene que soportar detrás y ese plus que necesitas en determinados instantes te lo dan los hinchas.

-¿El respaldo de la afición se percibía en el campo?

-¡Vaya si se notaba! Ya digo que saltar al campo antes del partido y ver todo aquello... Cuando nos metimos dentro, recuerdo que Mauro nos preguntó por el ambiente. Djalma fue claro: «Toda A Coruña está ahí fuera. No podemos fallarles». Y le contó la anécdota de Flavio que encendió también a Mauro. Luego en el campo, aunque siempre decimos que te metes en el partido y no te das cuenta, pero sí que percibes el ambiente favorable uhostil. Y en esta ocasión sabíamos y notábamos que estaban allí 25.000 coruñeses que habían perdido un día de trabajo, que se habían gastado un dinero... Que querían vernos ganar. No podíamos defraudarles. Luego podía pasar cualquier cosa, pero teníamos que darlo todo. Nadie podría reprocharnos nada. Y así fue. Y al final tuvimos la recompensa.

-¿Qué recuerda de su actuación individual?

-Como todos, estaba muy enchufado. No sé si fui el mejor. Creo que todos rendimos a un altísimo nivel. De otra manera, hubiera sido imposible ganar el partido.

-Al final hubo sufrimiento.

-No podía ser de otra manera. Es que quizá nos acostumbramos a ganar tanto que no nos damos realmente cuenta de que aquel día le ganamos al Madrid en su casa. Sí, que había muchos coruñeses. Pero era el Bernabéu, el día de su fiesta y fuimos a ganarles. Normal que ellos pusieran toda la carne en el asador al final para darle la vuelta al marcador. Pero nosotros supimos aguantar bien. Apretamos bien los dientes, defendimos e incluso tuvimos numerosas ocasiones para hacer más goles. Pero bueno, lo importante es que nos llevamos la victoria.

-¿En qué momento se da cuenta de que tienen el título al alcance de la mano?

-En la jugada esa que le indicaba en la que Molina y Mauro saltan. A ver, quedaba muchísimo partido, pero vimos que se desquiciaban y sabíamos que era importante. Al irnos al descanso con ventaja de dos goles, sabíamos que sería complicado pero que lo teníamos ahí. Luego realmente no lo tienes hasta que acaba, pero nos veíamos bien.

-Y cuando acaba el partido... ¿Qué?

-Toda la tensión y la alegría desbordada. Creo que me fui corriendo hacia donde estaban los nuestros. No sé fue todo muy rápido. Muy emocionante. Estábamos ahí celebrándolo. Qué recuerdos.

-Y le tocó subir al palco, como siete años antes había hecho su hermano, a recoger la Copa, ¿algún comentario que le hubiera hecho el Rey?

-Sé que me hablaba, pero no me enteraba de nada. El ruido era ensordecedor y la emoción tremenda. Y esa es la gran imagen que me queda en el recuerdo. Allí en el palco, levantar la copa y ver la mitad del Bernabéu vacía y la otra mitad de blanquiazul emociona. Es imposible describir lo que se siente en esos momentos. Sé que el Rey me felicitó y eso, pero no recuerdo nada especial. Solo esa sensación maravillosa de ver que estábamos haciendo felices a tantos deportivistas.

-Para usted que ya antes había ganado otra Copa y la Liga, supongo que la celebración sería una más.

-Es cierto que quizá en otras ocasiones anteriores hubiera más euforia, pero tampoco es que en esta no lo festejáramos por todo lo alto. Al día siguiente, recuerdo el estadio lleno cuando llegamos. Era un poco lo esperado, pero al mismo tiempo, cuando ves a toda esa gente ahí te das cuenta de que lo que has hecho hace realmente muy feliz a mucha gente.

-¿Cree que podrá vivirse algún día situaciones como aquella?

-Supongo que será muy difícil. Todo el mundo sabe cómo está el club. Los que vivimos aquella época podemos sentirnos orgullosos de haber disfrutado del mejor momento histórico del Deportivo. Teníamos un equipazo y conseguimos grandes cosas. Logramos formar una plantilla muy competitiva y que era temida en muchos campos. Eso es algo muy difícil de que se pueda llegar a repetir. Ahora nos quedamos con esos recuerdos, esas vivencias, aquellas alegrías. Y, lógicamente, aquella noche madrileña del 6 de marzo.